En la última publicación del blog te invitábamos a imitar a Jesús y a lo largo de este año vamos a intentar darte algunos consejos para ver si así la tarea se te puede hacer más fácil y atractiva.
El primer requisito para ello es conocerlo bien. ¿Cómo está tu relación con Él en estos momentos? ¿Quizá no sabes ni quién es? ¿Lo ves como alguien del pasado y que no encaja actualmente en tu plan de vida? ¿Mantienes ya con Él una sólida amistad? ¿Has decidido entregarte por completo y seguir sus pasos de manera radical? Si te apetece puedes dejarnos tu respuesta en un comentario porque suelen ser pocos pero nos encanta leerlos.
Si entre vosotros existe ya un fuerte vínculo te felicitamos por ello y te animamos a ser fiel a todos los regalos que te haga y si estás entre aquellos que andan más alejados... ¡sigue leyendo, esta entrada del blog puede ser para ti!
El segundo requisito, que es la propuesta que te hacemos este mes de febrero (en el que hemos celebrado San Valentín y la jornada de la Vida Consagrada), es que te des al Amor porque ya lo dijo el propio Jesús:
"Os doy un mandamiento nuevo: Amaos unos a otros; como yo os he amado, así también amaos los unos a los otros. Vuestro amor mutuo será el distintivo por el que todo el mundo os reconocerá como discípulos míos." (Juan 13, 34-35)
¿Y cómo podrías amar? Pues siguiendo tres sencillos pasos:
1) Contemplando. Si quieres aprender a amar como Jesús es fundamental acercarte a Él. Comienza mirándolo, bien sea en una estampa, una escultura o Él mismo presente en el Santísimo Sacramento del Altar (ya sabes que en nuestra parroquia te espera los jueves desde las 9h hasta las 18:30h, hora en la que rezamos vísperas junto a las hermanas).
2) Meditando. Tal vez el paso anterior te pueda parecer un poco absurdo pero te aseguramos que es fantástico para entrar en contacto, para despertar el deseo de conocerlo o el de querer saber más sobre Él. ¿Y si te decimos que también es ideal si quieres escuchar lo que te puede estar diciendo y tú no atinas a entender? Por eso el segundo paso a dar es meditar su mensaje. Si no sabes cómo hacerlo una buena elección sería acudir a misa y escuchar con atención la homilía (que no es otra cosa que esa charla del cura que a veces te parece tan aburrida); si tienes la oportunidad únete a algún grupo de oración o a alguna actividad de tu centro parroquial (nosotros te recomendamos el grupo de formación para conocer nuestra fe que hemos puesto en marcha hace muy poquito y que tiene lugar en jueves alternos, de 20:30 a 21:30); y si ya controlas un poquito no lo dejes y sigue practicando en casa, anímate a ir buscando cada vez más ratos de encuentro con la Palabra de Dios y verás como acaba hablándote a gritos.
3) Actuando. Por último, cuando sepas el mensaje que te quiere transmitir... lleva a cabo lo que te pida y acepta lo mejor que puedas aquello que te envíe (aunque no sea lo que tú esperas). Que todo lo que hagas en la vida sean, siempre, obras realizadas desde el amor y pensando en el prójimo más que en uno mismo. Intentemos ser honrados, practicar el amor fraterno y apostar por un nuevo estilo de vida, al que todos estamos llamados y que sugiere Pedro en su primera carta.
¿Qué cuál es ese estilo de vida? El que tú creas que te va a hacer más feliz. Aquel que veas claro que es tu verdadera vocación (un tema muy interesante y amplio sobre el podríamos hablar largo y tendido o sobre el que podrían organizar las hermanas Concepcionistas su siguiente tertulia en el convento) y que de forma común se concreta para todos en la vocación a la santidad.
Y ya para despedirnos queremos hacerte una última pregunta... ¿tú te has parado alguna vez a pensar qué es lo que espera Dios de ti? ¡Anímate a leer y pensar en el mensaje que te quiere transmitir el capítulo 12 de la carta a los Romanos y cuéntanos las conclusiones que saques! ¿La más importante? La nueva vida que puedes encontrar en Cristo.
¡Volvemos con un nuevo consejo el mes que viene! ¡Te esperamos!