viernes, 28 de febrero de 2020

La belleza de entregarse al Amor

Estamos a punto de despedir un nuevo mes y esperamos que lo hayas pasado entregado al Amor, pero no a un amor cualquiera sino al verdadero Amor, a ese que se escribe con mayúsculas: a Dios.

El primer domingo de febrero, coincidiendo con la fiesta de la Presentación del Señor, celebrábamos la jornada dedicada a la vida consagrada y recordábamos, en la monición de entrada propuesta por la Conferencia Episcopal Española, que "los consagrados ofrecen el testimonio vivo de que Dios está presente en todo lugar y época, de que su amor llega a todos los rincones de la tierra y del corazón humano." Pero no te creas que esa entrega es exclusiva y limitada... No. 

Además de la belleza que supone entregarse por completo y con radicalidad, bien sea a través de la vida religiosa, de la vida contemplativa o de cualquier otra forma... hay una opción que es entregarse a Dios a través del amor comprometido con otra persona. ¿Te imaginas ya de qué queremos hablarte? Sí, efectivamente, del matrimonio. 


Así que si eres de los que tienen una persona con la que compartir tu vida y aprovechaste para festejar por todo lo alto el día San Valentín, o estuviste participando con nostros en los cursillos prematrimoniales del Arciprestazgo de Aranjuez, atrévete ahora también a tomarte en serio esa misión de poner a Dios en medio de ti y tu pareja y recuerda que:
  • El auténtico amor tiende por sí mismo a ser algo definitivo y no pasajero (CCE 1646).
  • El amor de los esposos exige, por su misma naturaleza, la unidad y la indisolubilidad de la comunidad de personas que abarca la vida entera de los esposos (CCE 1645).
Puede parece difícil, incluso imposible, unirse para toda la vida a un ser humano (CCE 1648) pero no lo es. Y continúa diciendo el catecismo de la Iglesia Católica, en ese mismo punto, que "por ello es tanto más importante anunciar la buena nueva de que Dios nos ama con un amor definitivo e irrevocable, de que los esposos participan de este amor, que les conforta y mantiene, y de que por su fidelidad se convierten en testigos del amor fiel de Dios"

Si estás a punto de recibir el sacramento del matrimonio en los próximos meses recuerda que:
El sacramento del Matrimonio significa la unión de Cristo con la Iglesia. Da a los esposos la gracia de amarse con el amor con que Cristo amó a su Iglesia; la gracia del sacramento perfecciona así el amor humano de los esposos, reafirma su unidad indisoluble y los santifica en el camino de la vida eterna (cf. Concilio de Trento: DS 1799). (CCE 1661)
 ¡Nos vemos en marzo! ¡Sigue amando!

lunes, 17 de febrero de 2020

Orando con San Juan de la Cruz: Subida al Monte Carmelo. Mapa simbólico del monte Carmelo

¡Ya estamos por aquí de nuevo! ¿Qué tal llevas el mes de febrero? ¿Enamorado? ¡Nosotros sí! Estamos enamorados del AMOR, enamorados de esa oración que nos ayuda a entrechar lazos con Dios y nos prepara para vivir con Él y en Él. No queremos dejar de seguir sus pasos, porque Él es el Camino, de meditar la Palabra u otras palabras de grandes santos.

El pasado mes de octubre estrenábamos esta sección reflexionando sobre un pequeño fragmento de la Subida al Monte Carmelo de San Juan de la Cruz (si te perdiste la entrada puedes leerla ahora haciendo clic en este enlace) y hoy queremos invitarte a que te fijes en uno de los mensajes de la imagen que ilustra esa subida que, llevada a nuestra vida, todos tendríamos que recorrer buscando nuestra unión con Dios.

Fuente: Wikipedia

San Juan de la Cruz, en el sendero central que sube en vertical en la representación del monte Carmelo, escribió:
"Senda del Monte Carmelo espíritu de perfección: nada, nada, nada, nada, nada, nada, y aun en el monte nada."


¿Qué nos dice su lectura?

Algo que puede dejarnos contrariados. ¿Nada? Sí, eso, que en la nada, en el abandono total, encontrarás todo. 
La "auto-superación" espiritual aísla al yo dejándole desamparado. Tener a Dios en cuenta significa comunicar con Él, bien a través de la palabra sentida o de la escucha silenciosa. De este modo dejamos de pensar en nosotros mismos y a su vez la ansiedad de alcanzar nada y así sólo adorar a Dios sin pretender nada, sin querer alcanzar nada, pues Él ya está en ti.

Pero no te creas que ese sendero hacia la perfección, hacia la búsqueda del Espíritu Santo del que somos templos, es fácil de recorrer. Gracias a los sacramentos lo recibimos como un tesoro que debemos custodiar y, sin embargo, vivir en comunión con Él duele (y mucho). Aunque fuimos hechos a su imagen sabemos que requiere gran esfuerzo y trabajo por nuestra parte el intentar asemejarnos a Él. Para llegar a ser santos e irreprochables ante Él por el amor debemos mostramos dóciles y obedientes a sus inspiraciones y, a pesar de todo, únicamente por su gracia y no por nuestros medios, podremos conseguirlo, de ahí esa necesidad de entrega absoluta a la voluntad de Dios.

Sobre esa llamada a la santidad a la que todos debemos dar respuesta te invitamos a leer de nuevo, o por primera vez si todavía no la conoces, la publicación en la que seleccionábamos algunas frases de la exhortación apostólica del Papa Francisco "Gaudete et Exultate"