miércoles, 30 de junio de 2021

El descanso del trabajo

Despedimos un nuevo mes y un nuevo curso. Por eso, en esta ocasión, queremos aprovechar la entrada de nuestro blog para hablar de algo fundamental y de lo que a veces nos olvidamos llevados por el frenético ritmo de vida que cada vez impera con más fuerza en nuestra sociedad. ¿A qué nos referimos? ¡Al descanso!

En las grandes ciudades nos hemos ido acostumbrando a no parar nunca, a ofrecer cada vez más servicios 365 días al año, 24 horas al día. El avance de las nuevas tecnologías y la cultura de la inmediatez parece que hubieran hecho necesario estar siempre disponibles y al final, sin darnos cuenta, podemos llegar a sentirnos agotados física, mental y espiritualmente. ¿Por qué? ¡Porque ninguno de nosotros somos Dios! Y, lo que es peor, encima nos olvidamos con frecuencia de aspirar a ser santos. Si te apetece aprovechar las vacaciones para empezar a buscar la santidad asómate a esta publicación: http://parroquiasanpascualaranjuez.blogspot.com/2018/04/gaudete-et-exultate-jesus-resucito.html

Es verdad que la vida del cristiano conlleva una entrega constante pero eso no significa tener que dar respuesta a todo, a todos y en todo momento. A veces los que nos consideramos seguidores de Cristo nos dejamos influenciar por la errónea idea del "buenismo" que nos lleva a decir casi siempre que sí y una vez decepcionados pasamos al extremo opuesto. Y, para evitar eso, tal vez, sería conveniente que antes de emprender ninguna aventura nueva nos parásemos a preguntarnos si lo que vamos a llevar a cabo es verdadera voluntad de Dios. No se trata de hacer cosas todo el tiempo sin parar, ni de realizarlas por cumplir con otras personas o agradar a alguien. Tampoco hay que comprometerse con una tarea por miedo a ser rechazados o excluidos ni evitar el sufrimiento a alguien cercano. Por eso valora siempre, antes de dar ningún paso al frente, que aquello que vas a realizar está dentro de los mandamientos de Dios y después piensa si los motivos que tienes para hacerlo son los siguientes:

  1. Tú (personalmente, con tus nombres y apellidos) lo deseas sinceramente. Esa será la única forma en la que podrás perseverar con paz en las pruebas que se te presenten. No será voluntad divina algo que, previamente, no sea la tuya porque para eso somos libres.
  2. Vas a aprovechar la oportunidad para convertirlo en tu ofrenda particular, incluyendo los sacrificios que pueda conllevar y que seguramente no serán pocos.
  3. Tiene como fin último el anuncio del Reino de Dios y su base es el amor por Él y por el prójimo. 

Y una vez puesto en marcha.... ¡deja tiempo para poder coger fuerzas! Hay muchos pasajes en la Biblia que nos narran cómo Jesús se retiraba a descansar y a orar. Por eso hoy, queremos animarte desde aquí a parar. 

Nos dice el catecismo que: 

La acción de Dios es el modelo de la acción humana. Si Dios “tomó respiro” el día séptimo (Ex 31, 17), también el hombre debe “descansar” y hacer que los demás, sobre todo los pobres, “recobren aliento” (Ex 23, 12). El sábado interrumpe los trabajos cotidianos y concede un respiro. Es un día de protesta contra las servidumbres del trabajo y el culto al dinero (cf Ne 13, 15-22; 2Cro 36, 21). (CCE 2172)

Así que, si es tu caso, deja de ser una Marta permanente y disfruta también de la mejor parte, la de María. No sigas quitando (o no permitas que otros lo hagan por ti) horas de sueño cada día para tener que dedicarlas a otras obligaciones. No trabajes más tiempo del que corrresponde pero sé productivo durante tu jornada. Reclama el domingo como el "día del Señor" y organízate para acudir al templo a escuchar la Palabra de Dios, encontrarte con Cristo vivo en la Eucaristía y disfrutar con tu familia y amigos.

Cuando llegue el tiempo de vacaciones... ¡exige ese mismo descanso e intenta no renunciar a él! Si puedes, no pierdas la oportunidad de vivir unos días de ejercicios espirituales o prácticar con más intensidad alguna buena obra que normalmente no puedas. 

Nosotros desde este rincón te deseamos un feliz verano y te agradecemos las veces que a lo largo del curso has parado a leer o a dar difusión a nuestras publicaciones. También damos gracias al grupo de colaboradores que hemos tenido en estos meses y, si es posible y Dios así lo quiere, nos veremos en septiembre. 

¡No nos eches mucho de menos! Este año, a diferencia de otras veces, vamos a parar toda nuestra presencia virtual (incluido Twitter por el que habitualmente solíamos quedarnos operativos).

¡Dios te bendiga y la Virgen te lleve siempre de su mano!

jueves, 17 de junio de 2021

Orando con san Bernardino de Siena, sermón 2 sobre san José

En el mes de marzo dedicábamos dos entradas a san José en nuestro blog que puedes encontrar en este enlace: http://parroquiasanpascualaranjuez.blogspot.com/search/label/san josé. Y hoy, para despedir el curso en esta sección de textos para meditar, queremos volver a fijarnos en él.

 

El texto seleccionado en esta ocasión es un párrafo de san Bernardino de Siena, correspondiente al sermón 2 sobre san José, cuyas palabras son las siguientes:  

"Acuérdate de nosotros, bienaventurado José, e intercede con tu oración ante aquel que pasaba por hijo tuyo; intercede también por nosotros ante la Virgen, tu Esposa, madre de aquel que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén."
¿Qué nos dice su lectura?

Quizá hoy la lectura nos diga poco porque más bien son las mismas palabras que a nosotros nos gustaría decirle a San José.

Para él no fue nada fácil realizar el compromiso que había adquirido delante de Dios (cuidar y proteger a la Sagrada Familia), como tampoco lo es para ninguno de los cristianos.

La figura de San José en los Evangelios se trata de manera bastante escueta; podríamos decir que es un personaje necesario para los planes de Dios, pero sin mucha relevancia. Sin embargo nada más lejos de la realidad; gracias a él con su fiarse de Dios y su amor incondicional a la Virgen María se produjo el acontecimiento más extraordinario e importante de toda la Historia de la Humanidad. ¡El Nacimiento del Hijo de Dios! Nuestro Salvador.

San José fue un hombre humilde y callado pero con gran coraje de decisión según los acontecimientos que iban surgiendo (como por ejemplo la huída a Egipto con el niño Jesús muy pequeño y lo que suponía entonces hacer un viaje de esas características, con los pocos medios que se contaban y teniendo que vivir en un país extranjero sin conocer el idioma). ¡Su vida no tuvo que ser nada fácil!

Pero si hoy queremos ponernos en sus manos y encomendarle nuestro verano es porque San José demostró tener una gran fe en Dios y con su ayuda pudieron volver a su casa y allí educar a Jesús siendo un gran padre para Él (seguramente el mejor que nuestro Salvador podría haber tenido aquí en la tierra).

Pidamos, por tanto, a este gran Santo que interceda por nosotros y que, junto a su Sagrada Familia, no dejen de acompañarnos por los caminos. Nos vemos por aquí, si Dios quiere, a finales de mes.

lunes, 31 de mayo de 2021

Descubre el ser trinitario que llevas dentro

Mayo suele ser un mes especial para nosotros. Celebramos, entre otras cosas, el mes de María, de quien nunca quitamos la mirada, y el día de San Pascual, que es nuestro patrón y siempre nos invita a aumentar nuestro amor por la Eucaristía. Y sostenidos por ellos hemos despedido el mes celebrando el misterio central de la fe y de la vida cristiana: la Santísima Trinidad, que es el misterio de Dios en sí mismo (CCE 234). 

Santísima Trinidad (Equipo de arte Verbum Dei: Rosa Dolores Giner, Antonio Rando, Julio Antonio, Victor y Asunción Gomila)
Santísima Trinidad, Loeches (Equipo de arte Verbum Dei:
Rosa Dolores Giner, Antonio Rando, Julio Antonio,
Victor y Asunción Gomila)

Dios, en la Santísima Trinidad, se nos presenta como la comunidad perfecta, la comunión del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y esta triple presencia nos invita, a cada uno de nosotros, a descubrirnos como seres trinitarios y a complementarnos con el prójimo para para poder ser también anunciadores del Reino heredado.

Y a lo mejor te estas preguntando ¿cómo puedo conseguir esto? Pues quizá empezando por lo siguiente:

1) ¡Sintiénte hijo de ese único y verdadero Dios que supera tu entendimiento!
Quizá el hecho de que tu razón no logre comprender su grandeza sea motivo de duda o negación en muchas ocasiones pero, pase lo que pase, nunca dejes de confiar en Aquel que todo lo puede. Él es todopoderoso, creador del universo y, a pesar de todos tus errores, abandonos e infidelidades, nunca dejará de desear con amor paterno tu salvación.

2) ¡Sintiénte hermano del mismo Cristo e intenta imitar todas sus actitudes!
Acércate a Él, que es Dios hecho hombre, conoce su vida y la historia de la salvación a través de la Sagrada Escritura, de la Tradición y el Magisterio de la Iglesia. Y en tus horas de dolor, cuando quieras encontrarte con aquel que padeció, fue crucifidado, muerto y sepultado, acércate al Santísimo Sacramento del altar que es el Cuerpo de Cristo vivo hoy y presente en este mundo.

3) ¡Siéntete un templo del Espíritu Santo!
Deja morir tus planes y proyectos, ponte en oración, frecuenta los sacramentos y deja que sea Dios quien te construya haciendo en ti su voluntad. Cumple sus mandatos y responde a la misión encomendada desde la vocación a la que creas que te llama.

Y después de haberte sentido identificado con estas tres cosas dinos... ¿te atreves a comprometer tu vida para intentar hacerlas realidad? Si la respuesta es que sí ¡toca seguir trabajando! 

Además de interiorizar y ser reflejo de esa Trinidad a nivel particular debes buscar serlo también dentro de la Iglesia. Así que si estás encerrado en tu casa o viviendo a tu aire sin pisar una parroquia piensa si lo tuyo puede llamarse verdaderamente cristianismo. La fe es algo muy personal, que cada uno vivimos de manera diferente, pero no es individual. Hay que construir comunidades, no igualitarias pero sí de unidad, en las que seamos capaces de limar nuestro orgullo y soberbia y ponernos al servicio del resto. Pide a la Trinidad que te oriente y guíe, que te ayude a ver tus fallos y a ir mejorando cada día.

La comunión de la Trinidad experimentada en comunidad implica complementarse más que enfrentarse. ¿Tú eres de las personas que suman o de las que restan? ¿Haces crecer a tu grupo o, por el contrario, lo reduces?

Si estás bautizado mira que todos tus actos sean siempre reflejo del compromiso adquirido con el Bautismo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

lunes, 17 de mayo de 2021

Orando con san Gregorio de Nisa, homilía 15 Cant

Hoy, 17 de mayo, celebramos un año más la fiesta del santo titular de nuestra parroquia. Y lo hacemos iniciando una semana muy especial: la que nos lleva a la celebración de Pentecostés, festividad en la que nació y murió San Pascual y la solemnidad más importante para los católicos después de la Pascua de Resurrección y Navidad.

 


Hay unas palabras de san Gregorio de Nisa. en la homilía 15 sobre el libro del Cantar de los cantares, que nos han hecho pensar en el santo y en la fiesta que se acerca y por eso hemos querido elegirlas este mes. Esperamos que te llenes de alegría al meditarlas y te animes después a dejar un comentario y compartir por aquí lo que te hayan sugerido.

"Si el amor logra expulsar completamente al temor y éste, transformado, se convierte en amor, entonces veremos que la unidad es una consecuencia de la salvación, al permanecer todos unidos en la comunión con el solo y único bien, santificados en aquella paloma simbólica que es el Espíritu".

¿Qué nos dice su lectura?

Este pequeño párrafo nos ha recordado que "nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos" (Jn, 15, 13). Eso hizo Cristo por cada uno de nosotros y eso mismo se espera que hagamos los demás por amor a Él y al prójimo ya que, precisamente, lo que nos pidió es que nos amaramos entre nosotros como Él (Cf. Jn 13, 34). ¿Y cómo debe ser ese amor? Pues, tal como expresó San Pablo en su carta a los Corintios, paciente, generoso, humilde y no pasar nunca  (Cf. 1 Cor 13, 4-8).

La unidad de la que habla el texto elegido es la unión de la Iglesia con el cuerpo místico de Cristo; es ese vínculo especial que quiere establecer Dios con cada uno de nosotros, de corazón a corazón, y el encuentro íntimo al que nos llama el Resucitado desde el Santísimo Sacramento del altar.

Y mirando a San Pacual veíamos cómo ese humilde pastor fue un buen ejemplo de ese amor, por eso hoy lo veneramos en los altares. Él, al igual que Cristo, no temió y se dejó santificar. No dejes pasar tú la oportunidad de ver renovada tu vida, cógete de la mano de la Virgen y únete a la Iglesia este fin de semana porque Dios quiere rociarte con los dones de su Espíritu y regalarte, si así lo quieres y te fías de Él, la Eternidad.

¡Confía en Dios!

viernes, 30 de abril de 2021

La Pascua debería ser tiempo de alegría para todos los cristianos por sabernos salvados

El tiempo de Pascua debería ser un tiempo de alegría para todos los cristianos; pero es verdad que, a veces, las cruces que arrastramos (por aquí te retábamos a cargar con ellas) pueden hacernos sentir cansados y agobiados hasta el punto de perder de vista el verdadero motivo de felicidad en el que hemos de sustentar nuestra Vida: Jesús, con su Cruz, quiso enseñarnos que estamos salvados.

Y la verdad es que no deberíamos olvidar nunca que Cristo vino a este mundo para eso y no para juzgarnos (Cf. Jn 12, 47). ¿Significa entonces que puedes hacer lo que te dé la gana porque en su eterna misericordia te lo va a perdonar? NO. Se traduce más bien en que si escuchas la voz del Buen Pastor e intentas cumplir su voluntad (con más o menos aciertos pero batallando como todos) no tienes motivos para vivir angustiado. 

Las mujeres que se dirigían hacia el sepulcro también llevaban sus preocupaciones pero no se detuvieron ante las dificultades y vieron cómo al llegar sus problemas se habían resuelto. Y esto debe animarnos y recordarnos que la mano salvadora se hace presente, que el Señor buscará los medios para que todos podamos dar respuesta a su plan. Por ello debemos vivir con confianza y con esperanza, sabiendo que en los momentos de desolación la Virgen siempre te lleva de la mano y que en la parroquia más cercana siempre encontrarás una comunidad en la que seguro alguien estará dispuesto a prestarte su ayuda para levantarte. Quizá tampoco falta quien, con la crítica y la murmuración que tantas barreras levanta entre nosotros y pone en evidencia nuestra falta de amor, se encargue de darte el puntapié con el que intentar rematarte pero... ¡cree en Dios! Y pídele que te llene de su Espíritu porque Él es la Luz que ilumina tu sendero y, pase lo que pase, quédate en la Iglesia, que es el redil en el que todos nos encontramos con la certeza de saber que estando en ella está Dios y la dirección es la correcta.

¡No temas! ¡No te cierres! Mira las heridas de Cristo que te han salvado, encuéntrate con Él en la debilidad y anímate a salir a la calle a transmitir el Evangelio.

¡Qué bueno sería que en nuestro caminar cotidiano nos moviera siempre el intento de reflejar a Cristo Resucitado en cada una de nuestras acciones! ¿Tú vida ilumina la de aquellos que tienes cerca o eres de esas personas que se dedican a enjuiciar y menospreciar a los demás con facilidad? ¿Te dedicas a pulir tus virtudes o prefieres censurar (e incluso inventar) los defectos de tu prójimo? ¡Piénsalo hasta la siguiente entrada y, si quieres, cuéntanos!

sábado, 17 de abril de 2021

Orando con Santa Teresita de Lisieux: Historia de un alma, manuscrito c, capítulo 10, 6rº

Sigue avanzando el año, estamos felices al sabernos salvados por la Pasión, Muerte y Resurreción de Cristo y a la luz del fuego del Espíritu nos gustaría dejarte, como cada día 17, un nuevo texto para meditar. 

Santa Teresita de Lisieux
Office de Lisieux (1940), Public domain, via Wikimedia Commons

En esta ocasión hemos querido elegir unas palabras de Santa Teresita de Lisieux, concretamente el capítulo 10, del manuscrito C, recogido en Historia de una Alma, obra autobiográfica que puedes leer completa aquí: https://es.catholic.net/catholic_db/archivosWord_db/historiadeunalma.pdf.

"Esto  no  es  una  historia inventada por un habitante del triste país donde me encuentro, sino que es una verdadera realidad, porque el Rey de aquella patria del sol radiante ha venido a vivir 33 años [6rº] en el país de la tinieblas. 

Las tinieblas, ¡ay!, no supieron comprender que este Rey divino era la luz del  mundo...  Pero  tu  hija,  Señor,  ha  comprendido  tu  divina  luz  y  te  pide perdón  para  sus  hermanos.  Acepta  comer  el  pan  del  dolor  todo  el  tiempo que tú quieras, y no quiere levantarse de esta mesa repleta de amargura, donde comen los pobres pecadores, hasta que llegue el día que tú tienes señalado... ¿Y no podrá también decir en nombre de ellos, en nombre de sus   hermanos:   Ten   compasión   de   nosotros,   Señor,   porque   somos pecadores...? ¡Haz, Señor, que volvamos justificados...! Que todos los que no viven  iluminados  por  la  antorcha  luminosa  de  la  fe  la  vean,  por  fin, brillar..."

¿Qué nos dice su lectura? 

Estas palabras nos llevan a pensar en aquellos que, alejados de la fe, todavía a día de hoy siguen pensando que Cristo es una invención de la Iglesia. ¡Qué equivocados están y qué necesaria es nuestra misión evangelizadora! Más bien podríamos decir que la fundación de la Iglesia es, después de su muerte en la Cruz, la mejor obra que nos dejó Cristo.

Jesús, para Teresita el Rey de aquella patria del sol y para nosotros el mismo Dios hecho hombre, se encarnó en la Virgen María y desde su nacimiento se esmeró por aceptar y dar respuesta a la voluntad del Padre para él. ¿Qué le pidió? Ofrecer su propia vida por la salvación de todos y cada uno de nosotros. ¡También por ti que nos estás leyendo, aunque a veces te pueda costar creerlo! Y todo ello lo hizo exclusivamente por AMOR, esa vocacion que también supo descubrir la joven y fecunda Santa.

¿Y qué imaginas que te puede pedir el que es la luz del mundo en medio de tus oscuridades? ¿Qué corona crees que te va a dar? No esperes una que no sea de espinas.

Ojalá que en medio del triste país o las tinieblas, que es nuestro mundo y el valle de lágrimas en el que todos hemos de vivir nuestro destierro particular, el Señor nos ayude a descubrir y comprender que no nos veremos llenos de gloria si no pedimos perdón por nuestras caídas y si no somos capaces de perdonar a los que nos ofenden. Y Dios quiera también que, cada día, nuestra vida, arraigada en la fe, mantenida en la esperanza y desarrollada en la caridad, sea imagen del Resucitado y anime a brillar como Él a los que tenemos cerca. 

¡No olvides que la llamada a la santidad es una llamada universal! ¡Nos vemos a finales de mes!

miércoles, 31 de marzo de 2021

Aprendiendo de José se formó Jesús para recorrer su camino hacia el Calvario

Cercanos a la solemnidad de San José te propusimos unos versículos de Mateo que nos invitaban a meditar sobre su figura (si no conoces o no recuerdas esa publicación puedes leerla en este enlace). Y hoy queríamos seguir con la mirada puesta en aquel padre en la tierra junto a quien el mismísimo Cristo fue creciendo en sabiduría.

Una de las cosas que más nos ha gustado a la hora de preparar esta entrada ha sido poder recuperar el trabajo colectivo que hacía mucho que no poníamos en práctica y queremos dar las gracias por aquí a todos los que se han animado a participar. También aprovechamos, ya que somos un blog católico y por tanto universal, para invitarte a seguir formando parte de este proyecto de parroquia virtual. Anímate a colaborar bien sea como parte del equipo de redactores, aportando ideas o animándote a dar difusión a lo que hacemos. Eso sí, te pedimos que compartas las cosas con aquellos que creas que les puede interesar y no te sumes a la moda de los reenvíos indiscriminados que tanto tiempo nos hacen perder. Por aquí no nos entretenemos más y comenzamos esta pequeña referencia colectiva de San José, que es fruto de los pequeños textos que hemos recibido a lo largo del mes.

San José fue un hombre que nos sigue sorprendiendo por su humildad, fidelidad y silencio. Se pasó la vida, de manera callada, atento a la voluntad de Dios y actuando conforme a ella. Y esto posiblemente nos llame tanto la atención porque vivimos en una sociedad en la que, con frecuencia, prima la apariencia por encima del ser. 

San José se reconoció elegido por el Padre y cuidó de Jesús sin dudarlo, entregándose con plena docilidad en esta misión de vida, como también lo hizo la Virgen María.

Fue un buen hombre, un buen padre y un buen esposo. Dios le nombró administrador de su casa y señor de todas sus posesiones. Hay unas palabras muy sugerentes de San José María Escrivá ("En el taller de José" En: Es Cristo que pasa, punto 40) que dicen lo siguiente:

"La Sagrada Escritura dice que José era artesano. Varios Padres añaden que fue carpintero. San Justino, hablando de la vida de trabajo de Jesús, afirma que hacía arados y yugos; quizá, basándose en esas palabras, San Isidoro de Sevilla concluye que José era herrero. En todo caso, un obrero que trabajaba en servicio de sus conciudadanos, que tenía una habilidad manual, fruto de años de esfuerzo y de sudor".

Esta pequeña cita nos hace fijarnos en cómo San josé se santificó con el trabajo. Todo el esfuerzo y el sudor que requirió su profesión fue ofrecido a Dios. Se santifico él y santificó el trabajo convirtiéndose, a lo largo de más de 2000 años, en un referente para el mundo. San José nos enseña que el trabajo no es un castigo si colocamos a Dios en medio de nuestros trabajos y fatigas. ¡Disfrutemos del trabajo trabajando! Y amemos a San José, quien en la actualidad ostenta la categoría indiscutible del patrón del trabajo y los trabajadores.

San José, buscando un lugar para que pudiera nacer Jesús, limpió la cueva lo mejor que pudo porque sabía que iba a albergar al Hijo de Dios. Ojalá nosotros, antes de comulgar, examinemos nuestro alma porque, unida a nuestro cuerpo durante esta vida, es allí dónde se hospeda Jesús. Trabajemos incansablemente para construirle allí el mejor templo y digamos a ese que la sombra del Padre:

Bendito y Glorioso San José que, escogido por Dios, tuviste que pagar por las habladurías de muchos al estar María en cinta y no ser tuyo el Hijo. Padre adoptivo de Jesús y educador admirable, intercede por nosotros ante Dios para que podamos aprender de ti ese sentido sobrenatural y humano con que supiste acompañar a Jesús y María.

Bendito seas San José, que fuistes testigo de la gloria de Dios en la tierra, bendito sea  el Padre  Eterno que te escogió, bendito sea el hijo que te amo y el Espíritu Santo que te santificó,  bendita sea María que te amó.

Gracias José por ser nuestro primer santo de devoción y por guiarnos en el camino de la paternidad. Patrono de la Iglesia Universal, ruega por nosotros. Amén.

Aprendiendo de José se formó Jesús para recorrer su camino hacia el Calvario. Y por eso, ya para terminar, te invitamos a mirar estos días al Nazareno, que es nuestra cabeza, a caminar con tus cruces unidas a su Cruz, a seguir trabajando por la construcción del Reino, compartir dolores y alegrías con su Madre que también desea tenerte entre sus brazos y llevarte de su mano. Únete a la Sagrada Familia y siempre que lo necesites, ya lo sabes, ¡acude también a San José! (Porque a veces pareciera que solo Jesús y María formasen esa familia y Jesús estuviera en ofandad de padre en la Tierra pero no es así).

miércoles, 17 de marzo de 2021

Orando con la Sagrada Escritura. Mt 1, 24-25

¡Qué alegría poder proponerte un nuevo texto para meditar! Hoy vamos a ayunar de palabras de introducción y sin entretenernos mucho te dejamos por aquí un par de versículos del evangelista Mateo para que puedas reflexionar sobre San José:

"Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer. Y sin haberla conocido, ella dio a luz un hijo al que puso por nombre Jesús." (Mt 1, 24-25)

¿Qué nos dice su lectura?

Pues que en muchas ocasiones nos encontramos en la vida dilemas y situaciones que no sabemos cómo resolver y en esos momentos José puede darnos ejemplo sobre qué hacer: tan difícil y tan sencillo como confiar.

José confió en Dios, en María y en Jesús. Bien es sabida la dificultad que suponía afrontar en aquella época este reto. Sin embargo, aceptó con valía y tesón, confiando. En nuestra vida diaria tenemos la oportunidad de confiar en cada momento, siendo resolutivos y ocupándonos de nuestras responsabilidades pero con confianza y seguridad, como José. También se nos presentan situaciones en las que nos resulta complicado confiar en las personas. Actualmente, de hecho, vivimos una situación muy complicada y de desconfianza a nivel social, sanitario e incluso económica. A veces solo podemos ser responsables y confiar en que todo saldrá de la mejor manera posible. En definitiva, hacer lo posible para resolver nuestro día a día y dejar en manos de Dios aquello que se escapa de nuestras posibilidades. José fue un ejemplo en la paternidad de Jesús y ahora representa el cuidado y la protección de un padre. 
 
¡Aprendamos de él y confiemos!

sábado, 27 de febrero de 2021

Amar es querer siempre lo mejor para los demás y eso desea darte Dios a ti

Hoy, como tantas veces, nos alegramos de regresar por este rincón y agradecemos que vayas a dedicar unos minutos de tu preciado tiempo para leer esta publicación con la que queremos celebrar nuestro quinto aniversario bloguero. Sí, sí, parece casi mentira pero ya llevamos cinco años de presencia en la red.

En nuestra bienvenida comentábamos que uno de nuestros objetivos era invitarte a descubrir el amor de Dios y siempre hemos mantenido la esperanza de estar siendo unos buenos instrumentos suyos para que tú también puedas enamorarte de Él y te animes a transmitir con nosotros la alegría del Evangelio.

En febrero de 2020 quisimos hablarte un poco del matrimonio y la belleza de entregarse al amor comprometido con otra persona y, teniendo en cuenta la relación esponsal que guarda Cristo con su Iglesia (de la que todos los católicos somos miembros), nos gustaría centrarnos un poco en lo que significa ese darse al otro.

Cuando hablamos del amor normalmente nos ceñimos a su definición como: "sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona o cosa a la que se DESEA TODO LO BUENO". Y eso último es lo que quizá deberíamos destacar porque... ¿qué es amar sino querer lo mejor para los demás? ¡Pues recuerda que eso será el plan de Dios para ti!

Desde el inicio de la religión y como pilares universales nos dejó Jesús estos mandamientos: “Amarás a Dios sobre todas las cosas” y “Amarás  a tu prójimo como a ti mismo.” Sus significados lógicos serían poner a Dios en la cúspide de nuestras vidas y después amar a los demás como a nosotros mismos. Esto casi tendría que ser una Ley Universal pero que lejos estamos a veces de esa meta. ¡Así seguramente serían más sencillas y fáciles las cosas en nuestras vidas! No perdamos nunca esta brújula en nuestras vidas, su rumbo es el adecuado. Aunque en determinados momentos nos cueste amar a nuestro prójimo como a nosotros, es importante esforzarnos y conseguirlo, puesto que el resultado final es llegar a una vida sin odio. 

Posiblemente con las siguientes palabras de San Pablo podríamos resumir lo que significa el Amor:

“…El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no es presumido ni se envanece; no es grosero ni egoísta; no se irrita ni guarda rencor; no se alegra con la injusticia, sino que se goza con la verdad. El amor disculpa sin límites, confía sin límites, espera sin límites, soporta sin límites…” (1 Cor 13, 4-8)
Dios nos hizo amar y ser amados. Desde el momento en el que comienza una nueva vida ya amamos y nos aman. Sin conocer, sin ver, como ocurre con el amor a Dios.

No nos hace falta mirar los ojos del bebé que lleva dentro una mamá para saber que ella ya lo ama con locura y que ese bebé siente ese amor. Igual que nosotros con el Padre, no necesitamos tocarlo, ni verlo, ni olerlo, pero quien conoce esta forma de amar sabe que está ahí, que existe y que no hay mejor sensación que la de sentirlo. Por ello, aunque a veces podamos dudar de que nos cuida y sabe lo mejor para cada uno de nosotros, el amor de Dios siempre está y estará para nosotros, aunque como personas queramos llevarlo al campo de nuestra realidad, es tan grande que no puede caber en un pensamiento.
 

Tenemos suerte de vivir en un mundo donde hay cabida para el Amor Universal porque, no seamos ingenuos, el amor está presente en cualquier ámbito de nuestra vida y podemos conseguir verlo en los actos más cotidianos: donde una madre se preocupa por sus hijos, un hermano vela porque su otro hermano no tenga problemas, amor es una pareja donde incondicionalmente uno cuida del otro. 

En definitiva, encontramos distintos tipos de amor: fraternal, maternal, marital… y, el más importante, que abarca todos los demás, el AMOR de Dios por cada uno de nosotros. Demos gracias por su fidelidad, recordemos su entrega al contemplar cualquier imagen de Cristo o al descubrirlo presente en la Eucaristía. ¿Hay mayor milagro de amor?

Y, por supuesto, no olvidemos tampoco a Nuestra Madre, la Virgen María, porque Ella siempre será el mejor ejemplo de amor incondicional. 

¡Nos vemos en marzo, no dejes de amar! 

¡Dios te bendiga!

miércoles, 17 de febrero de 2021

Orando con la Sagrada Escritura. Mc 2, 18-22

Hace años te proponíamos buscar a Cristo a través del ayuno, la limosna y la oración. Si te apetece puedes releer por aquí esa publicación. Y esta Cuaresma queremos ofrecerte para meditar un nuevo texto de la Sagrada Escritura en el que, precisamente, se alude a ese ayuno.

Esperamos que disfrutes del ratito de oración. Y si luego te animas a hacer un donativo a la parroquia, para ayudar a los más necesitados, recuerda que ahora es más cómodo con BIZUM. De momento por aquí te dejamos ya los versículos del evangelista Marcos escogidos para la ocasión:

"Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús: «Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?». Jesús les contesta: «¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar. Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán en aquel día. Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto —lo nuevo de lo viejo— y deja un roto peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos»." (Mc 2, 18-22)

 ¿Qué nos dice su lectura?

Que las cosas no se deben hacer por rutina, porque siempre se han hecho así, sino que hay que darles un sentido. El sentido que tiene hacer ayuno es purificarnos y solidarizarnos con las personas que pasan necesidad, sentir lo duro que es tener hambre y no tener nada para alimentarse; amén de que es imprescindible para la vida.

Con respecto a la pregunta de Jesús "¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos?". Entendemos que se refiere a que hay un tiempo para todo: "Tiempo de nacer, tiempo de morir; tiempo de plantar, tiempo de arrancar; tiempo de matar, tiempo de sanar; tiempo de destruir, tiempo de construir; tiempo de llorar, tiempo de reír; tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar; tiempo de arrojar piedras, tiempo de recogerlas; tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse; tiempo de buscar, tiempo de perder; tiempo de guardar, tiempo de arrojar; tiempo de rasgar, tiempo de coser; tiempo de callar, tiempo de hablar; tiempo de amar, tiempo de odiar; tiempo de guerra, tiempo de paz." (Eclo 3, 2-8). Y a los discípulos en ese momento les tocaba disfrutar de la compañía de Jesús y aprender de sus enseñanzas para ponerlas en práctica. Ya nada sería igual para ellos porque el encuentro con Jesús da un nuevo sentido a tu vida; por tanto rompe con lo antiguo "a vino nuevo, odres nuevos".

¡Pidamos hoy a Dios esa conversión!

Señor, yo quiero ser ese odre nuevo, para que ese vino nuevo que es tu Palabra, se instale en mí y permanezca para siempre; que aunque mi cuerpo envejezca, mi espíritu se mantenga siempre joven. Amén.

domingo, 31 de enero de 2021

Ama a Dios sobre todas las cosas y no adores a nadie más que a Él

En esta nueva entrada del blog de nuestra parroquia queremos hablarte de algo que nos parece esencial en la vida de todo cristiano: la adoración.

"La adoración es el primer acto de la virtud de la religión. Adorar a Dios es reconocerle como Dios, como Creador y Salvador, Señor y Dueño de todo lo que existe, como Amor infinito y misericordioso. “Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto” (Lc 4, 8), dice Jesús citando el Deuteronomio (6, 13)" (CCE 2096).

El primer mandamiento de la Ley de Dios ya nos dice: "Amarás a Dios sobre todas las cosas". Y amar extremadamente algo o a alguien es adorar. ¡Mucho cuidado con lo que amas de esa manera! ¡Solo debemos adorar a Dios! Se podría decir que el Señor nos ha adorado a nosotros desde el principio de los tiempos porque la historia de la Salvación es una historia de verdadero amor, de amor entregado, de amor consumado... de amor eterno.

Ese sentimiento amoroso del Padre por cada uno de los hombres fue el que le llevó, a través de la persona del Espíritu Santo, a encarnarse en María "la Virgen"; y hacerse hombre en la persona de su Hijo, Jesucristo, para entregarse en la Cruz por el perdón de nuestros pecados. Una vez resucitado ha querido permanecer entre nosotros haciéndose presente en cada Eucaristía.

Y tú... ¿eres consciente de esa presencia verdadera, real y substancial de Cristo en el Santísimo Sacramento?

Vamos, en palabras más de hoy y adaptadas a la gente que comienza a acercarse a la Iglesia o todavía anda un poco alejada (que no sabemos si puede ser tu caso), que Dios desde el principio ha sido un poco Juan Palomo y ha funcionado al estilo "yo me lo guiso y yo me lo como". Él mismo, es que se nos ofrece en la Comunión y en el que está presnte en las tres personas de la Santísima Trinidad (si te apetece que quizá algún día dediquemos una entrada a este tema déjanos un comentario, o si tienes interés en algún otro anímate a proponerlo también, no te dé vergüenza), se ha encargado de dar forma a todo lo que tenemos y conocemos. Por eso, por todo lo bueno que nos ha concedido (nos concede y nos concederá), debemos reconocerlo vivo y como el Amor de los amores, sin  dejar de honrar nunca, con la vida que nos regala, al Rey de la gloria, al Rey de reyes. 

Dios nos amó primero y lo justo sería que también nosotros correspondiéramos en la medida de nuestras posibilidades, sabiendo que nada podemos si no es por la Gracia que de Él emana. 

"Adorar a Dios es reconocer, con respeto y sumisión absolutos, la “nada de la criatura”, que sólo existe por Dios. Adorar a Dios es alabarlo, exaltarle y humillarse a sí mismo, como hace María en el Magníficat, confesando con gratitud que Él ha hecho grandes cosas y que su nombre es santo (cf Lc 1, 46-49). La adoración del Dios único libera al hombre del repliegue sobre sí mismo, de la esclavitud del pecado y de la idolatría del mundo." (CCE 2097)

Acudir a visitar a Jesús Sacramentado, en los tiempos de Exposición del Santísimo que la Iglesia nos regala es una bendición para Él y, sobre todo, para nosotros. No es comparable, por supuesto, con el hecho de poder participar en la celebración de la Santa Misa y llevarte dentro de ti un cachito de Él, pero sí resulta un privilegio enorme tener la oportunidad de poder saciarnos espiritualmente del Pan de Vida que Dios, a través de las manos de los sacerdotes, quiere ofrecernos cada día. ¿Tú vas a dejar pasar esa oportunidad? Nosotros queremos animarte a que cualquier jueves vengas a saludar al mismo Dios al templo del convento de San Pascual (el santo de la adoración).

Nos recuerda el catecismo que "la primera llamada y la justa exigencia de Dios consiste en que el hombre lo acoja y lo adore" (CCE 2084). ¡Atrévete a dar ese primer paso! ¡Intenta adorarlo como Él a ti!

¿Por qué no ofrecerle ese pequeño gesto de amor? 5 minutos bastan aunque, si te animas a hacerte un adorador, 30 pueden ser mucho mejor. Prueba la experiencia en la parroquia que tengas más cerca y si te gusta no dudes en contactar con los responsables de organizar los turnos para comprometerte más seriamente. 

Y si los elegidos fuéramos nosotros... cosa que nos alegraría... ¡no lo dudes y contáctanos! Bien sea por aquí, en el correo electrónico, acercándote al centro parroquial en horario de despacho o pasando a la sacristía después de cualquier misa (o la bendición y reserva de los jueves). ¡Te esperamos!

¡Dios te bendiga!

domingo, 17 de enero de 2021

Orando con la Sagrada Escritura. 1Cor 2, 1-5

Nunca es mal momento para sentarse a hacer un rato de oración y para esta ocasión la lectura que nos ha inspirado y llevado a la reflexión han sido estos versículos de la primera carta a los Corintios:
 

"Yo mismo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y este crucificado. También yo me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios."   (1 Cor 2, 1-5)


¿Qué nos dice su lectura?

A nosotros estas palabras nos han hecho pararnos a mirar la humildad con la que san Pablo se presenta a la comunidad de Corinto y a releer esta entrada en la que hablábamos sobre dicha virtud. Al hablarles los dice que no ha llegado a ellos con el prestigio de la palabra o de la sabiduría para anunciar el misterio de Dios. El Apóstol lo que expresa es que lo único que conoce es a Jesucristo y crucificado precisamente. Y resulta llamativo porque eso le resultó suficiente para llevar a cabo su misión y no quiso saber nada más.

¿No podría ser esta actitud para nosotros una llamada permanente, un toque de atención, a no dejarnos engreir por el prestigio o la sabiduría? ¿Cuántas veces no trabajamos únicamente por nuestra vanagloria y no por ensalzar el nombre de Dios?

Quizá todos deberíamos aplicarnos esta reflexión como principio de actuación y no querer saber nada más que a Cristo en la Cruz. 

En la imagen del crucificado de la película de la Pasión de Mel Gibson vemos el anonadamiento de Jesús quien desfigurado no parecía hombre (Cf. ls 52,14). ¡Hagámonos nada nosotros también! Porque, como comentábamos por aquí, en el abandono total encontraremos todo pero, para ello, antes es necesario que nos hagamos dóciles al Espíritu Santo.