domingo, 29 de noviembre de 2020

La fidelidad como camino comprometido y garantía de éxito en las relaciones

Como introducción al tema elegido para hoy estaría bien empezar intentando definir el concepto. ¿Qué es para ti la fidelidad? ¡Anímate a dejar un comentario con tu opinión!

En la parroquia nos parece que es sinónimo de compromiso y lealtad. Otra posible definición sería exactitud, fiel en cuanto al mensaje a transmitir, es decir, que el mensaje que transmitas sea tal y como lo recibiste; así como la observancia de la fe que debemos a Dios. Por ello no debemos vincular esta gran virtud únicamente con las relaciones terrenales sino también con la relación con Dios, en la que llevamos más allá el significado de confianza ciega. 


¿Cuándo se puede decir que una persona es fiel? ¿Se valora la fidelidad en nuestros días?

La Fidelidad se demuestra cuando te mantienes en tus principios y convicciones pese a esas situaciones que surjirán y ante las que tendrás la posibilidad de cambiar. Demostrarás fidelidad cuando continúes con tus compromisos y no renuncies a ellos.

Desde nuestra humilde opinión, queremos creer que sí que es apreciada la fidelidad. A pesar de la tendencia al egoísmo y el yo, imperante en nuestros días, muchos buscamos la seguridad de saber que la otra persona estará para nosotros. A pesar de ello, observamos a muchos que deciden seguir su egoísmo y dejar de lado a todos aquellos que confían en ellos y seguir sus instintos más básicos, de ahí que muchos podamos oír historias de infidelidades a diario.

La Fidelidad es considerada un valor importante tanto para la sociedad actual como en cualquier época, es un principio atemporal. Da igual en qué escenario del tiempo nos ubiquemos, siempre es un valor necesario y primordial a usar para tasar una relación o un compromiso. Constituye una base sólida en la que poder seguir y mantener ese bien preciado como puede ser amistad, pareja, familia... ¡Es parte de nuestra garantía de éxito!

¿Somos fieles entre nosotros? ¿Tendría que ser la virtud de la fidelidad la piedra angular en cualquier relación? ¿Consideras que es fundamental y necesaria para conseguir la confianza mutua?

Si nos paramos a reflexionar sobre la fidelidad en el matrimonio vemos que puede sustentarse sobre los mismos pilares que requiere una relación: compromiso, intimidad y comunicación. Lo importante es que la interacción de estos tres elementos sea coherente con las circunstancias y necesidades de cada pareja. Habrá etapas en las que un matrimonio dé prioridad a un elemento más que a otro. Por ejemplo, puede ser necesario fortalecer la comunicación cuando hay que resolver algún problema o afianzar el compromiso cuando damos pasos relevantes. Lo importante es que cada matrimonio sienta que tiene sus necesidades afectivas cubiertas dentro de su relación, pues esto le permitirá seguir manteniendo la fidelidad, hablando y mejorando en todo lo necesario para estar bien.

Del mismo modo podemos acercarnos a otras relaciones, como la relación con una amistad, en la que tendremos que ir ajustando esos pilares para sentirnos cómodos y que exista reciprocidad.


¿Y qué hay acerca de nuestra relación con Dios y la Iglesia? ¿Existen infidelidades?

¿Qué joven, o adulto en su juventud, no se ha cuestionado todos y cada uno de sus pensamientos y creencias y se ha hecho la pregunta soy fiel a Cristo? (Si no te la has hecho, ya estás tardando en pararte a pensar en ello por un momento y no te deprimas si descubres que no lo eres. ¡Así estamos todos, intentado corresponder pero reconociendo nuestra incapacidad y pequeñez!)

¿Y quién, a pesar de todas la caídas, en sus reflexiones personales ha llegado a la conclusión de que sí? Tal vez puedas considerarte fiel si tras todas las posibles preguntas y cuestiones que te hagas llegas a Él como repuesta. El objetivo de todo cristiano debe ser conocer a Cristo y acercarse a la fe. Ser fiel no es ser perfecto sino saber perseverar.

La relación con Dios la podemos vivir desde la cercanía de nuestra vida diaria, con la oración y la constancia, haciendo participe al Señor de nuestra vida, pidiéndole que nos acompañe cada día y dando gracias a diario. Así que, si te denominas como tal, ya tienes misión para llevar a cabo cada uno de los días de esta vida que Dios te está regalando para que, por la fe reflejada en tus obras, puedas conseguir la verdadera Vida. Y no olvides nunca que los caminos que recorremos siempre dejan “huella”.

 

No permitas que se apague tu deseo de conocer a Jesús (si eres fiel deberías tenerlo y si lo has perdido... ¡vuelve a Galilea, a la experiencia fundante de la fe!) Si crees que nunca has tenido ese deseo pero te gustaría empezar a conocer al Buen Pastor cuyo salmo meditábamos por esta publicación... ¡no dejes de leer nuestro blog!

Por cierto, ¿tú crees que la fidelidad a Dios reside en no renunciar al Credo y tus principios católicos? ¿Podemos decir que la fe ha de ser el motor de vida para la fidelidad? ¿No has tenido que enfrentarte alguna vez a situaciones que no compartías o no entendías y tras esa lucha te has dado cuenta de que lo que te hace avanzar en la vida cristiana es mantener esa “vela” encendida dentro del corazón? El Adviento es un tiempo precioso para pensar en ello, aprovecha para buscar la Luz y preparar tu corazón para acoger en él a Jesús. ¡Recuerda que en la conversión está el éxito de la Santidad!

En cuanto a la fidelidad de Dios... ¿qué te vamos a decir? 

Sabemos que todos estamos expuestos a la tentación en nuestro día a día y no cuidamos esa relación que de verdad nos da vida, sabiendo que por un lado siempre va a haber confianza y amor pleno. Llegamos a volvernos contra Él, a seguir falsos dioses e incluso a pensar que nos impone vivir una vida opuesta a lo que queremos pero, a pesar de ello, Dios siempre es bueno (aunque en el antiguo testamento pueda aparecer como aquel que castiga a aquellos que no lo siguen) y solo nos pide tener un corazón arrepentido y acudir a buscar su perdón cuando hagamos algo mal, sin solicitarnos nada a cambio. 

¡Él guarda siempre su alianza y cumple su Palabra! ¡No temas! Y, como ya hemos comentado, dale muchas gracias por todo, porque es eterna su misericordia. Dios siempre estará ahí contigo, incluso en los momentos en que tu fe ande con pasos muy ligeros. Él pasa las noches del invierno a oscuras llamando a tu puerta, cubierto de rocío, esperando que le abrás porque desea que brillar en ti, tal como hizo en aquella que fue su elegida: María. ¿Te atreves a responder tú también "Hágase en mi Señor tu Voluntad"? Ella, pese a encontrarse con todo tipo de adversidades y sufrimientos no falló a Dios. La Virgen es un gran ejemplo de fidelidad a seguir en nuestro caminar cristiano porque, siendo plenamente humana, es muestra del compromiso y entrega más absolutos, como su Hijo.

En definitiva, y para no extendernos ya más, recuerda siempre que la fidelidad debe alimentarse del Amor y es importante que este sea libre para seguir creciendo y adaptándose a las necesidades de cada relación.

¡Pidamos al Señor que nos haga fieles y nos vemos el mes que viene! ¡Te esperamos!

martes, 17 de noviembre de 2020

Orando con la Sagrada Escritura. Salmo 23 (22)

Querido seguidor de nuestro rinconcito parroquial virtual, hermano en la fe o ateo al que nos gustaría conocer. ¿Cómo va todo? ¿Sigues sobreviviendo a la pandemia que tenemos encima? Esperamos que sí, que el Señor te esté regalando salud y hoy puedas estar leyendo estas líneas con el corazón tranquilo, lleno de ánimo y optimismo. Y si la enfermedad hubiera ido a visitarte y te estuviera tocando pasar por un mal momento... ¡confía en el Señor y acepta su voluntad que, aunque a veces nos desconcierte, siempre es lo mejor! ¡No te canses de luchar, de rezar pidiendo tu recuperación y anímate a seguir leyendo!  

Sabemos que noviembre puede resultar un mes lleno de melancolía para mucha gente. Anochece antes, el tiempo empeora, el paisaje nos refleja la decadencia de la naturaleza y, con cierta facilidad, podemos relacionarlo con el fin de nuestro ciclo vital y venirnos un poco abajo. Si a eso le sumamos la situación tan triste que vivimos, por la incertidumbre que a todos nos rodea y el elevado número de fallecimientos que nos estamos viendo obligados a digerir, podemos caer fácilmente en el llanto desconsolado y ver cómo nuestra fe se tambalea. Por eso para hoy hemos querido seleccionar un salmo que se escucha con asiduidad en los funerales y cuya meditación creemos puede llenarte de esperanza o ayudarte a mantenerla viva.

Se trata del salmo 23 (22). Nos lo ofrece el salterio en las horas intermedias del II y IV domingo del tiempo ordinario, así como las lecturas del miércoles de la semana XXXII del tiempo ordinario del año par. Y también lo encontramos, dentro del ciclo A, en el cuarto domingo de Pascua. ¿Y de dónde le viene este éxito? Pues quizá resida en su sencillez. Te dejamos por aquí sus versos, que son toda una invitación a reconocer la voz del Señor y dejarnos guiar por Él.

"Salmo de David.
El Señor es mi pastor,
nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término."
 

 ¿Qué nos dice su lectura?

Que se trata de unas palabras que nos invitan a la conversión y a seguir al Señor, quien es el mejor Pastor que podamos encontrar. Pero a la vez nos llaman a hacernos sentir un poco protagonistas. Cada uno también es guía para aquellos que tiene cerca. Podemos llevar sosiego a nuestros familiares y amigos y ayudarlos a recuperar las fuerzas en el duro camino de la vida, de forma que al reconocer nuestra voz (que siempre ha de ir en comunión con la del Pastor) deseen seguir esos pasos.

Si Jesús está con nosotros y es nuestro amigo, nosotros debemos hacer lo mismo con los demás. ¿Y cómo conseguirlo? Pues principalmente conociendo su persona, cuidando la relación que mantenemos con Él y los vínculos que tenemos con aquellos que Él ha querido poner a nuestro cargo, y adentrándonos a conocerlos, sin prejucios y con una mirada llena de misericordia como la que tiene Dios con nosotros. Cada vida tiene unas características generales muy similiares pero si entramos en el detalle descubriremos la unicidad e irrepetibilidad del hombre, como ocurre con las ovejas de un rebaño. Intimemos con los demás y comprometámonos. No vivamos solamente de relaciones superficiales y dejándonos arrastrar por la cultura del usar y tirar que tenemos. 

Y para finalizar, así como para completar estas pobres palabras, queremos invitarte a leer esta otra reflexión sobre la que creemos que merece la pena introducirse.

https://cipecar.org/escuela-de-oracion/fichas-de-oracion/05-con-los-salmos/salmo-22-el-senor-es-mi-pastor/

¿Estarás dispuesto a seguir al Buen Pastor? ¿Y a ser su zagal?  ¿Qué impresión tienes tú de Dios? ¿Te sientes acompañado y te sosiegan su vara y cayado o más bien lo contrario? ¡Déjanos un comentario y cuéntanoslo!