miércoles, 31 de marzo de 2021

Aprendiendo de José se formó Jesús para recorrer su camino hacia el Calvario

Cercanos a la solemnidad de San José te propusimos unos versículos de Mateo que nos invitaban a meditar sobre su figura (si no conoces o no recuerdas esa publicación puedes leerla en este enlace). Y hoy queríamos seguir con la mirada puesta en aquel padre en la tierra junto a quien el mismísimo Cristo fue creciendo en sabiduría.

Una de las cosas que más nos ha gustado a la hora de preparar esta entrada ha sido poder recuperar el trabajo colectivo que hacía mucho que no poníamos en práctica y queremos dar las gracias por aquí a todos los que se han animado a participar. También aprovechamos, ya que somos un blog católico y por tanto universal, para invitarte a seguir formando parte de este proyecto de parroquia virtual. Anímate a colaborar bien sea como parte del equipo de redactores, aportando ideas o animándote a dar difusión a lo que hacemos. Eso sí, te pedimos que compartas las cosas con aquellos que creas que les puede interesar y no te sumes a la moda de los reenvíos indiscriminados que tanto tiempo nos hacen perder. Por aquí no nos entretenemos más y comenzamos esta pequeña referencia colectiva de San José, que es fruto de los pequeños textos que hemos recibido a lo largo del mes.

San José fue un hombre que nos sigue sorprendiendo por su humildad, fidelidad y silencio. Se pasó la vida, de manera callada, atento a la voluntad de Dios y actuando conforme a ella. Y esto posiblemente nos llame tanto la atención porque vivimos en una sociedad en la que, con frecuencia, prima la apariencia por encima del ser. 

San José se reconoció elegido por el Padre y cuidó de Jesús sin dudarlo, entregándose con plena docilidad en esta misión de vida, como también lo hizo la Virgen María.

Fue un buen hombre, un buen padre y un buen esposo. Dios le nombró administrador de su casa y señor de todas sus posesiones. Hay unas palabras muy sugerentes de San José María Escrivá ("En el taller de José" En: Es Cristo que pasa, punto 40) que dicen lo siguiente:

"La Sagrada Escritura dice que José era artesano. Varios Padres añaden que fue carpintero. San Justino, hablando de la vida de trabajo de Jesús, afirma que hacía arados y yugos; quizá, basándose en esas palabras, San Isidoro de Sevilla concluye que José era herrero. En todo caso, un obrero que trabajaba en servicio de sus conciudadanos, que tenía una habilidad manual, fruto de años de esfuerzo y de sudor".

Esta pequeña cita nos hace fijarnos en cómo San josé se santificó con el trabajo. Todo el esfuerzo y el sudor que requirió su profesión fue ofrecido a Dios. Se santifico él y santificó el trabajo convirtiéndose, a lo largo de más de 2000 años, en un referente para el mundo. San José nos enseña que el trabajo no es un castigo si colocamos a Dios en medio de nuestros trabajos y fatigas. ¡Disfrutemos del trabajo trabajando! Y amemos a San José, quien en la actualidad ostenta la categoría indiscutible del patrón del trabajo y los trabajadores.

San José, buscando un lugar para que pudiera nacer Jesús, limpió la cueva lo mejor que pudo porque sabía que iba a albergar al Hijo de Dios. Ojalá nosotros, antes de comulgar, examinemos nuestro alma porque, unida a nuestro cuerpo durante esta vida, es allí dónde se hospeda Jesús. Trabajemos incansablemente para construirle allí el mejor templo y digamos a ese que la sombra del Padre:

Bendito y Glorioso San José que, escogido por Dios, tuviste que pagar por las habladurías de muchos al estar María en cinta y no ser tuyo el Hijo. Padre adoptivo de Jesús y educador admirable, intercede por nosotros ante Dios para que podamos aprender de ti ese sentido sobrenatural y humano con que supiste acompañar a Jesús y María.

Bendito seas San José, que fuistes testigo de la gloria de Dios en la tierra, bendito sea  el Padre  Eterno que te escogió, bendito sea el hijo que te amo y el Espíritu Santo que te santificó,  bendita sea María que te amó.

Gracias José por ser nuestro primer santo de devoción y por guiarnos en el camino de la paternidad. Patrono de la Iglesia Universal, ruega por nosotros. Amén.

Aprendiendo de José se formó Jesús para recorrer su camino hacia el Calvario. Y por eso, ya para terminar, te invitamos a mirar estos días al Nazareno, que es nuestra cabeza, a caminar con tus cruces unidas a su Cruz, a seguir trabajando por la construcción del Reino, compartir dolores y alegrías con su Madre que también desea tenerte entre sus brazos y llevarte de su mano. Únete a la Sagrada Familia y siempre que lo necesites, ya lo sabes, ¡acude también a San José! (Porque a veces pareciera que solo Jesús y María formasen esa familia y Jesús estuviera en ofandad de padre en la Tierra pero no es así).

miércoles, 17 de marzo de 2021

Orando con la Sagrada Escritura. Mt 1, 24-25

¡Qué alegría poder proponerte un nuevo texto para meditar! Hoy vamos a ayunar de palabras de introducción y sin entretenernos mucho te dejamos por aquí un par de versículos del evangelista Mateo para que puedas reflexionar sobre San José:

"Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer. Y sin haberla conocido, ella dio a luz un hijo al que puso por nombre Jesús." (Mt 1, 24-25)

¿Qué nos dice su lectura?

Pues que en muchas ocasiones nos encontramos en la vida dilemas y situaciones que no sabemos cómo resolver y en esos momentos José puede darnos ejemplo sobre qué hacer: tan difícil y tan sencillo como confiar.

José confió en Dios, en María y en Jesús. Bien es sabida la dificultad que suponía afrontar en aquella época este reto. Sin embargo, aceptó con valía y tesón, confiando. En nuestra vida diaria tenemos la oportunidad de confiar en cada momento, siendo resolutivos y ocupándonos de nuestras responsabilidades pero con confianza y seguridad, como José. También se nos presentan situaciones en las que nos resulta complicado confiar en las personas. Actualmente, de hecho, vivimos una situación muy complicada y de desconfianza a nivel social, sanitario e incluso económica. A veces solo podemos ser responsables y confiar en que todo saldrá de la mejor manera posible. En definitiva, hacer lo posible para resolver nuestro día a día y dejar en manos de Dios aquello que se escapa de nuestras posibilidades. José fue un ejemplo en la paternidad de Jesús y ahora representa el cuidado y la protección de un padre. 
 
¡Aprendamos de él y confiemos!