martes, 30 de junio de 2020

Sueña con esperanza y vive con amor tu vocación

Tempus fugit... ya estamos despidiendo otro mes y la actividad parroquial de este curso (tan distinto a todos los demás).

En 2016 comenzamos la andadura del blog pero no pudimos desearte feliz verano porque la persona responsable de este espacio estuvo de baja. En 2017 escribíamos sobre la murmuración y te hacíamos una invitación a no juzgar (muy al hilo del Evangelio de Mateo 7, 1-5) y hoy te animamos a que en estos tiempos difíciles sigas evitando esa tentación de criticar al que tienes cerca. En 2018 te proponíamos hacer de la oración tu plan para las vacaciones o un momento de bajón, como el que muchos pueden estar viviendo después de estos meses en los que hemos debido permanecer confinados. En 2019 el reto, que ya a estas alturas debería haberse convertido en costumbre, era vivir alegres y consagrados al Corazón de Jesús. Y quizá ya te estés preguntando qué vamos a tratar este año. Pues... ¡algo que puede hacer que pongas en práctica las tres cosas! Adentrarnos un poco en una cuestión de la se habla mucho y sobre la que todos deberíamos pararnos (o habernos parado) a pensar en algún momento de nuestra vida: la vocación

Ya te decíamos, el día que publicamos el texto para meditar de la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, que el mundo y la historia de la humanidad es como un gran puzzle y nosotros sus piezas y que podríamos comenzar cuestionándonos quiénes somos y cuál es nuestra misión en esta vida. ¿Qué espera Dios de nosotros? ¿De qué manera podemos colaborar con su plan para encajar dentro de su obra? 

Todos los cristianos, e incluso podríamos decir que todos los hombres, tenemos una vocación común: la santidad (de ella nos hablaba el Papa Francisco en su exhortación apostólica Gaudete et Exultate y por aquí puedes leer la entrada en la que quisimos seleccionar algunas de sus frases) y la misión de evangelizar el mundo (Cf. CCE 1533). Y aunque sea un llamamiento general, la contestación se dará de manera personal y muy distinta unos de otros. Por eso hoy queremos traeros dos testimonios reales de respuesta a esa llamada de Dios, que esperamos que os resulten interesantes. Invitamos a Martial Noumsi (de la Familia Misionera Verbum Dei de Loeches) y a la madre Sacramento (abadesa de la comunidad de hermanas Concepcionistas Franciscanas del Monasterio de San Pascual en Aranjuez) a que nos respondieran unas preguntas al respecto y esto es lo que nos contaron:
  1. Ahora que vivimos tiempos de incertidumbre y que más de una persona ha podido preguntarse ¿quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Hacia dónde voy? ¿Podrías hablarnos de qué es para ti la vocación del ser humano y cómo descubriste la tuya?

    Explicaba Martial (en adelante M.N.) que cada ser humano está llamado a la Felicidad y que esta llamada se expresa como el anhelo último que todos tenemos, es decir lo que desea por encima de cualquier otra cosas. Pero el hombre no puede alcanzar dicha Felicidad al margen de aquel que lo ha creado por amor y que por puro amor lo conserva, siendo en esta comunión con Dios donde cada uno descubre su vocación particular y personal.

    En la misma línea contaba la madre Sacramento (en adelante M.S.) que el hombre había sido creado por Dios con amor, que de Él venimos y a Él volveremos. Toda vocación, independiente de la opción que tome (bien sea la vida consagrada o la de un fiel laico) viene de Dios y lo importante de la vocación es saber vivirla como Él quiere.

    En cuanto a cómo descubrieron la suya la cosa ya empieza a cambiar. M.N. comparte que:
    "Por una parte se juntó en mí esta ansia de felicidad con deseo de justicia, de ver un mundo mejor, en cuanto solidaridad y justicia (suponiendo fin de guerras, de miseria,  de explotación del hombre por el hombre…); en fin, fui movido por el deseo de cambiar y dar respuesta una humanidad que yo veía herida y dolorida, desde la gente que me era más cercana hasta los más lejanos.

    Por otra parte, a medida que iba conociendo a Dios y acercándome a Él, también me iba conociendo mejor sintiéndome cada vez más feliz. Yo sentía una necesidad intrínseca de compartir esta felicidad con otros porque iba descubriendo que muchos carecen de felicidad porque no conocen a Dios. Al mismo tiempo escucho una llamada explicita de Dios, en mis oraciones  y en mis días al día. Hay una frase que redundaba en mi mente: «Martial, te necesito».  Y es así como la respuesta a esta llamada me lleva la vida misionera, para que todos los hombres conozcan a Dios y sean felices. Siete años ya después de iniciar esta aventura con el Señor, puedo decir que responder a la llamada de Dios es decir sí a su propia felicidad".
    En el caso de M.S., mucho más breve, nos dice que:
    "La mía la descubrí dejando poco a poco las diversiones y practicando más la vida de piedad. Es verdad que mi vocación empieza a cobrar forma en una época en la que la vida era muy diferente a la actual pero hoy en día creo que sigue siendo fundamental tener deseo de comenzar una relación más íntima con Dios. Y cuando empiezas a sentirte amada te importa poco ir dejando todo lo demás a un lado. Poder compartir tu vida con aquel a quien tú también quieres ya te hace sentir plena y llena de alegría"
  2. Sabemos que dentro de la Iglesia católica hay un montón de carismas distintos y que son muchas también las posibilidades de consagrar a Dios toda una vida ¿qué te animó a elegir la Familia misionera Verbum Dei o la Orden de la Inmaculada Concepción?

    M.N.:
    "Yo conocí la Familia Misionera Verbum Dei en Duala (Camerún), en 2010, cuando iniciaba mis estudios universitarios. Tenía entonces 20 años. Yo ya venía desde hacía dos años retomando el camino de fe que había abandonado en mi adolescencia. y me encontré con misioneros y misioneras que me hablaban y me mostraban a un Dios que es Padre, Amigo, Hermano, Compañero. Sí, un Dios que está cerca de mí y camina conmigo, que dije, “si Dios es así, yo quiero conocerle, quiero amarle, quiero servirle, y más aún, yo quiero ser como Él”. Por eso más que decir que elegí al Verbum Dei, diría que fue y es un regalo de Dios, que quiso hacer de mi un Verbum Dei."
    M.S.:
    "Yo conocí la Orden de la Inmaculada Concepción porque 2 de mis hermanas habían ingresado en ella. De hecho actualmente estamos las tres en el mismo monasterio. Y lo que me hizo elegir esta orden y no otra es porque su carisma me encanta y me hace muy feliz. Nosotras tenemos un marcado carácter mariano, entregamos nuestra vida para honrar la Inmaculada Concepción de la Virgen, intentamos imitar sus virtudes y Ella es la que nos lleva a Jesús."
  3. Mucha gente en España piensa que ser misionero es irse a un país lejano a ayudar al prójimo y, sin embargo, me consta que en vuestra casa de Loeches hay personas de los cinco continentes y sois misioneros aquí. ¿Tan necesitados estamos? También son muchos los piensan que ser monja de clausura es malgastar la vida, no ven sentido a la contemplación y les parece más útil la labor de atender a los necesitados. Hay quien cree que es más provechoso dedicarse a lo que llaman vida misionera, como si esta otra opción no lo fuese. ¿Podrías compartirnos tu opinión sobre lo que realmente es la función de un misionero?

    M.N.:
    "Fijémonos en lo que dice Jesús en Mt 4,3 cuando está al termino de pasar 40 días sin pan: «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».

    La misión no consiste sólo dar pan –y  gracias a Dios hay miles de misioneros en el mundo, en los últimos rincones y selvas, escombros, en muchos de los cuales no llegan ninguna cobertura, ninguna cámara… repartiendo pan, sanando a enfermos, colaborando en la educación, etc.– pero también, es predicar la palabra de Dios, que es viva, creadora, que santifica, y que da al hombre su plena dignidad. Por eso hay misioneros también en España. Para que todos los hombres sean felices por conocer a Dios y lleguen la plenitud de la felicidad."
    M.S.:
    "Yo nunca he ido a misiones, lo que sí puedo decirte es que todos estamos llamados a ser misioneros desde nuestra vocación, con la oración, con el ejemplo y con la palabra. Las contemplativas somos misioneras de todo el mundo, ofrecemos nuestra vida para cumplir la bella tarea de acercar al hombre hasta Dios. También manifestamos esa entrega tan radical a través de la vida en fraternidad y nos sentimos felices cuando hacemos felices a los demás."
  4. Quizá sea un verano difícil para ponernos en marcha pero sabemos que para Dios nada hay imposible, ¿quieres hacernos alguna recomendación misionera para este verano?

    M.N.:
    "En este tiempo en que apenas estamos saliendo de una crisis sanitaria, con tantos duelos y perdidas, creo que lo que más se necesita es esperanza. Y os invito a que seamos justamente estos portadores de esperanza, este rostro compasivo de Cristo que acompaña con una llamada, una visita, una sonrisa, un apoyo moral, material o espiritual según sea necesario, y no dejar de orar por los que peor lo están pasando."
    M.S.:
    "Si comenzamos hablando de descubrir la vocación quizá esa tarea pueda ser una buena misión. Y, aprovechando que hay confianza, si alguna joven siente que pudiera estar llamada a la vida contemplativa femenina que no deje pasar la oportunidad y contacte con nosotras o con las hermanas de algún otro monasterio con las que pueda tener confianza."
Pues si has llegado leyendo hasta aquí ya sabes qué plan queremos animarte a llevar a cabo este verano...
 
¡A tener sueños! ¡A ser portador de esperanza para aquellos que lo estén pasando peor! ¡A pensar por el camino cuál es tu vocación, qué crees que puede estar esperando Dios de ti y a que te nos dejes un comentario con tu impresión! ¡A entregarte por amor a los demás para ser imagen de Jesús! Y, ¿por qué no?, a organizar una escapada para conocer a Martial o a la madre Sacramento y sus respectivas comunidades. Si no sabes cómo hacerlo escríbenos que a lo mejor podemos ayudarte.

No te hemos traído ningún testimonio de alguien que se haya sentido llamado al matrimonio, todo se andará el curso que viene porque es también otra forma de respuesta a la vocación universal de buscar la santidad y evangelizar, pero te invitamos a que te asomes a esta publicación en la que te dábamos unas pinceladas sobre ella:
http://parroquiasanpascualaranjuez.blogspot.com/2020/02/la-belleza-de-entregarse-al-amor.html

Nos vemos a finales de septiembre y recuerda que seguiremos por nuestro perfil de Twitter y que ahora es más rápido y sencillo mantener tu parroquia con BIZUM (en la APP de tu banco busca esta opción, marca donar ONG, escribe el identificador 00551 y continúa con los pasos que te indica).

miércoles, 17 de junio de 2020

Orando con Santo Tomás de Aquino: Suma Teológica, Primera parte, c49, art3

Después de varios meses seleccionando nuestro texto para meditar de la Sagrada Escritura hoy regresamos para dejarte la última propuesta antes de las vacaciones. Se trata de unas palabras de Santo Tomás de Aquino, extraídas de su obra Suma Teológica. Corresponden a un pequeño fragmento de la solución, de la cuestión 49, artículo 3, de la primera parte. Puedes leerla entera aquí (página 518 del .pdf):

“No se puede juzgar la bondad de la naturaleza de un ser por su relación a algo particular, sino que hay que juzgarla en sí misma y en cuanto que está ordenada a todo el universo, en el que cada cosa ocupa su lugar perfectamente dispuesto…”

¿Qué nos dice su lectura?

Que el hombre debería tener cautela a la hora de emitir juicios sobre aquello que le acontece, bien sea a título personal, en relación a nuestra familia, amigos o conocidos, así como a nivel de sociedad. Una cosa no puede valorarse como buena o mala en función de cómo me afecte a mí y no se puede culpar a nadie por ello y mucho menos a Dios, quien es perfecto e infinitamente misericordioso.

El mundo y la historia de la humanidad es como un gran puzzle y nosotros sus piezas. Por eso quizá podríamos comenzar cuestionándonos quiénes somos y cuál es nuestra misión en esta vida. ¿Qué espera Dios de nosotros? ¿De qué manera podemos colaborar con su plan para encajar dentro de su obra? 

 ¿Quiero formar parte de ese puzzle o prefiero ser una pieza extraviada? ¿Qué consecuencias trae para el grupo que yo decida perderme?

¿Tú qué prefieres girar la cara a Dios y hacer tu propia vida (sabiendo que no será eterna) o fiarte de Él? En los dos casos estará presente el sufrimiento, la injusticia y la muerte de la que nadie nos libramos, pero desde la fe te será más fácil aceptarlo y encontrar la fortaleza necesaria para apostar por el bien.
El mundo que, en origen, creó Dios era bueno (Cf. Gn 1); pero su obra de salvación no concluyó allí, por eso, en la medida en la que podamos, debemos hacer lo que esté en nuestras manos para llevarla a su perfección por la caridad. 
¡Regresamos a finales de mes para despedir el curso! ¡Te esperamos!