Celebrar la Navidad es siempre un motivo de alegría. Al igual que
cada vez que uno cumple años lo vive de forma diferente, y siempre de
una manera especial, saber que Dios se hizo Hombre, y que vino al mundo
para redimirnos del pecado, es algo que no debe pasar desapercibido y sí
celebrarse por todo lo alto. Pero, cuidado, que eso no significa
gastarse un dineral en lotería y en comida para estos días; no es
comprar como si no hubiera un mañana; sino parar, hacer silencio,
quedarte frío si hace falta y poner la mirada en el cielo sabiendo que
la Estrella que guía nuestros pasos es la que te lleva hasta el Niño
cuyo nacimiento estamos festejando.
Nos hemos preparado para ello durante cuatro semanas, que se note, no dejemos que hoy un día después de la fecha esperada parezca que las fiestas se han terminado porque, al contrario, acaban de comenzar.
El mundo lleva
un ritmo vertiginoso y a veces parece que
hubiéramos perdido el verdadero sentido de las cosas. Te invitamos a
que en estos días de Navidad, en los que también vamos a despedir el
2018, te animes a acercarte por la iglesia de San Pascual en Aranjuez y visites (hasta el 5 de
enero) el Belén que cada año comparten con nosotros las hermanas concepcionistas franciscanas.
El horario será, siempre que no coincida con algún acto litúrgico inesperado, de lunes a sábado de 17:00 a 18:30h. Los jueves podrá
verse pero se limitará el funcionamiento porque hay exposición del
Santísimo y nuestras atenciones estarán centradas en Él. Si no has
venido nunca, olvídate del Belén y anímate mejor a pasar 15 minutos en compañía de Jesús
Sacramentado. La Eucaristía es la herencia del Bebé que contemplamos en
el Nacimiento, es el mismísimo Cristo en cuerpo presente. Los pastores,
lejos de sus hogares y familias, dejaron todo lo que
estaban haciendo, rompieron con la monotonía y la rutina para ir a
adorar al Señor. ¿Tú, de verdad, te lo quieres perder?
Ven,
comienza dando ese primer paso si estás dispuesto a hacer evangelio de
tu vida para que el Niño pueda crecer en el pesebre de tu corazón. Si en él guardas algo contra otro aprovecha estos días para
reconciliarte. Si es a ti mismo a quien debes perdonar, inténtalo
también pero nunca culpes a Dios de tu situación ni creas que te está castigando. Nos castigamos nosotros mismos con nuestras decisiones.
Ven, y
ya sentado en la iglesia, pide a Dios que te ayude a acercarte cada día
más a su amor. Él no es un cuento, ni una leyenda, es una realidad y se hizo hombre para
vivir con nosotros y
enseñarnos el camino de la verdadera humanidad. ¡Intenta siempre cumplir su voluntad y nunca pierdas la esperanza de asemejarte así a Él!
En estos días en los que celebramos el Nacimiento de Jesús, mirémosle mucho porque, al final, el hombre se parece a aquello que mira. Y, como ya indicaba el antiguo sacerdote de esta parroquia en su última homilía (de la que hoy, por fin, compartimos el vídeo a modo de pequeño regalo para estas fiestas): Hagámonos como niños, fiémonos de nuestro Padre Celestial (siempre, aunque a veces no
entendamos) y permanezcamos abiertos a aprender cosas nuevas, a salir de la zona de confort y abandonar el "siempre se ha hecho así", para dejarnos guiar con ese corazón infantil que tanto le gusta a Dios.
¡Feliz Navidad!
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