martes, 29 de octubre de 2019

Bautizados y enviados a evangelizar. Salir a la calle y dar a conocer a Jesús

Se nos va terminando un nuevo mes y aquí estamos otra vez para animarte a seguir imitando a Jesús. Ya han llegado los meses con menos horas de luz y temperaturas más bajas y muchas personas se sienten desanimadas por ello. ¿Es tu caso? No dejes que la pereza se apodere de tu cuerpo, los sentimientos negativos de tu mente ni que tu espíritu se quede frío. Viene un tiempo precioso para continuar saliendo a la calle, tal como nos instaba a hacer el Papa Francisco en este mes de octubre, y seguir viviendo, de forma misionera. Es importante y bueno que en los tiempos que corren no dejemos de anunciar a todo el que nos encontremos la buena noticia de que Jesús murió y resucitó por amor al hombre, como muestra de que Dios siempre ha deseado nuestra salvación.

Fuente: http://www.october2019.va/es.html

¡Qué papel más importante juega el bautismo en esta vivificadora experiencia! ¡Y cuánto se ha infravalorado este sacramento en las últimas décadas, en las que cada vez más padres prefieren no hacer ese regalo a sus hijos y optan por esperar a que sean ellos quienes decidan más adelante! :( El Bautismo es el sacramento que nos incorpora a la Iglesia, nos libera del pecado original, nos hace miembros de Cristo y nos regenera como hijos del Creador. En definitiva, es el comienzo de una vida nueva y verdaderamente libre: la vida cristiana. Y una vez que formas parte de esa barca lo que toca es empezar a remar para hacerte un pescador de hombres, un discípulo de Cristo. Por eso queremos animarte a que prestes atención a una misión que todos debemos llevar a cabo sin tener que hacer para ello largos viajes a tierras lejanas. ¿Quieres saber cuál es? ¡EVANGELIZAR!

Los que asistimos al congreso que se celebró en nuestra diócesis los pasados 28 y 29 de septiembre, en el Cerro de los Ángeles, pudimos entender que todos estamos llamados a ello, que el cristiano tiene la obligación de poner a Cristo en medio de un mundo en el que mucha gente no lo conoce o lo ha empezado a rechazar y no se acercan nunca a Él. Nos instaba nuestro obispo, D.Ginés, a ser discípulos misioneros. Y hoy te invitamos a que, en la medida de tus posibilidades, te sumes a cumplir esa tarea con obediencia y a la luz del Corazón de Jesús, que es ese misterio que nos sana cuando se cree, se vive, se celebra, se ora y se anuncia. Si quieres saber más sobre lo que allí escuchamos no te pierdas esta lista de reproducción donde puedes encontrar los vídeos de las ponencias de esos días:


Evangelizar es algo que ya nos pedía el mismo Jesús cuando dijo: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación" (Mc 16,15). Que la pereza, la inseguridad, los miedos o la vergüenza nunca frenen la propagación de la fe o las ganas de alimentarla cuando flaquee. Dios está deseando hacerse fuerte y presente en ti y a través de ti pero, si nos permites un consejo, no te lances en solitario a la aventura de responderle. Si andas persiguiendo la santidad (te hablábamos de ella en esta publicación), y tienes interés en conseguirla a través de la misión evangelizadora, ven un día a vernos al centro parroquial, o acércate a hablar con el sacerdote que tengas más a mano, para que tu labor pueda ser lo más fructífera posible, para que puedas afrontar acompañado las adversidades que te encuentres y para que, cuando se presente la tentación de abandonar por la desilusión, te sientas apoyado y te sea más fácil recuperar la motivación perdida.

¡Anímate a hacer Iglesia, a formar parte de la Gran Familia que somos, a no ocultar tu amor por Dios!
Y si te apetece saber un poco más... asómate a estos enlaces que hemos pensado que podían resultar de tu interés:
¿Tú qué idea tienes de ir a una Misión? ¿Cómo crees que podrías evangelizar? ¿Te has parado alguna vez a pensarlo? ¡Dejanos un comentario con tu opinión!

jueves, 17 de octubre de 2019

Orando con San Juan de la Cruz: Subida al Monte Carmelo. Libro tercero. Capítulo 19. Punto 8

El texto sobre el que hoy te invitamos a reflexionar se encuentra en el libro tercero, capítulo 19, de la Subida al Monte Carmelo de San Juan de la Cruz.

Se trata de una obra en la que se aborda el tema de cómo un alma puede ir dirigiéndose a la verdadera unión con Dios. Aconseja y enseña tanto a aquellos que se inician en dicho camino así como a los ya experimentados. Se trata de un auténtico clásico de la espiritualidad cristiana que nos invita a ir rompiendo esos apegos temporales que a veces son fuente de tanto dolor humano.
8. El cuarto grado de este daño privativo (se nota) en lo último de nuestra autoridad, que dice: "Y alejóse de Dios, su salud". A lo cual vienen del tercer grado que acabamos de decir, porque, de no hacer caso de poner su corazón en la ley de Dios por causa de los bienes temporales, viene el alejarse mucho de Dios el alma del avaro, según la memoria, entendimiento y voluntad, olvidándose de él como si no fuese su Dios; lo cual es porque ha hecho para sí dios del dinero y bienes temporales, como dice san Pablo (Col. 3,5), diciendo que la avaricia es servidumbre de ídolos. Porque este cuarto grado llega hasta olvidar a Dios y poner el corazón, que normalmente debía poner en Dios, formalmente en el dinero, como si no tuviesen otro Dios."

¿Qué nos dice su lectura?

Nos habla San Juan de la Cruz de todo el mal que puede recaer sobre el ser humano si se aleja de Dios. Establece cuatro grados en el daño que produce este distanciamiento si el hombre pone su alma en el gozo de las cosas temporales y no en su Creador.

Alejarse de Dios es perder el sentido que tiene nuestra vida, girar la mirada al mejor referente que nos ayuda a entender el sufrimiento humano (Cristo), rechazar los dones con los que nos asiste el Espíritu Santo y sobre los que se sostiene la vida moral de los cristianos (CCE 1830).

Y una vez que hemos renegado de Él, que caminamos perdidos, que hemos empezado a perder la salud espiritual (y a veces también la física y mental), ¿cuántas veces no viene a nosotros la siguiente pregunta?

¿Si Dios me ama por qué me deja sufrir? 

Todos nos hemos hecho esta pregunta alguna vez. Parece que cuando todo va bien nos es fácil entender el amor de Dios pero cuando algo se tuerce en nuestra vida no entendemos el amor Divino y nos encerramos en la desdicha de nuestro propio sufrimiento.

Dios es amor exento de connotaciones e intereses humanos, no lo podremos entender mientras nuestra atención no se dirija hacia ese flujo de amor continuo que emana de Dios, pues la felicidad completa está más allá de los intereses que se mueven en este mundo en el que se encienden nuestras pasiones.

El amor de Dios es algo que nos sobrepasa, su entrega por nuestra salvación fue el mayor signo de su desinteresada bondad así que, por muy mal que te vaya la vida, no dejes nunca que invada tus pensamientos esa creencia, arcaica y errada, de que tenemos un Dios castigador. Recuerda que todos tenemos un Padre que no deja de velar por sus hijos, que espera pacientemente que en algún momento nos volvamos a Él, que desea perdonarnos por encima de todas las cosas y darnos la oportunidad de tener una vida nueva y eterna. Y para ello, lo mejor de todo, es que nos deja plena libertad a la hora de elegir qué queremos hacer o a quién queremos adorar.

Fuente: Wikipedia

Te invitamos a que hagas silencio, leas y reflexiones el Cántico de Moisés (Deuteronomio 32, 1-43) en el que están referidos, en su versículo 15, los cuatro grados mencionados por San Juan de la Cruz. En dicho cántico se anuncia cómo las obras de Dios son perfectas y sus caminos justos, pero sus hijos decidieron pervertirse y buscar otros dioses. Entonces el Señor, ofendido, pensó darles castigo pero al final decidió no destruir a su pueblo y, a cambio, los ofreció una nueva oportunidad. Igual que a cada uno de nosotros hoy. Él es quien da la muerte y la vida, hiere y cura. Por eso debemos cuidarnos de poner nuestro corazón en Dios y ser fieles. Él es el único capaz de sanar nuestras heridas y de darnos la verdadera vida. No te conviertas en un esclavo de las modas que imperan en la sociedad actual, no caigas en las redes del consumismo. Busca a Dios, contémplalo y aspira a esa unión con Él que te hará alcanzar la santidad a la que has sido llamado. ¿Cuál crees que es el primer paso que puedes dar para cumplir ese objetivo? ¡Piénsalo y anímate a darlo!

Y, por último, ¡cuéntanos!

¿Qué te ha inspirado el texto propuesto y nuestras reflexiones? Anímate a compartir tus impresiones con nosotros, aunque puedan ser diferentes, nos haría bien poder conocer lo que esta lectura suscita a otros.