domingo, 17 de enero de 2021

Orando con la Sagrada Escritura. 1Cor 2, 1-5

Nunca es mal momento para sentarse a hacer un rato de oración y para esta ocasión la lectura que nos ha inspirado y llevado a la reflexión han sido estos versículos de la primera carta a los Corintios:
 

"Yo mismo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y este crucificado. También yo me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios."   (1 Cor 2, 1-5)


¿Qué nos dice su lectura?

A nosotros estas palabras nos han hecho pararnos a mirar la humildad con la que san Pablo se presenta a la comunidad de Corinto y a releer esta entrada en la que hablábamos sobre dicha virtud. Al hablarles los dice que no ha llegado a ellos con el prestigio de la palabra o de la sabiduría para anunciar el misterio de Dios. El Apóstol lo que expresa es que lo único que conoce es a Jesucristo y crucificado precisamente. Y resulta llamativo porque eso le resultó suficiente para llevar a cabo su misión y no quiso saber nada más.

¿No podría ser esta actitud para nosotros una llamada permanente, un toque de atención, a no dejarnos engreir por el prestigio o la sabiduría? ¿Cuántas veces no trabajamos únicamente por nuestra vanagloria y no por ensalzar el nombre de Dios?

Quizá todos deberíamos aplicarnos esta reflexión como principio de actuación y no querer saber nada más que a Cristo en la Cruz. 

En la imagen del crucificado de la película de la Pasión de Mel Gibson vemos el anonadamiento de Jesús quien desfigurado no parecía hombre (Cf. ls 52,14). ¡Hagámonos nada nosotros también! Porque, como comentábamos por aquí, en el abandono total encontraremos todo pero, para ello, antes es necesario que nos hagamos dóciles al Espíritu Santo.

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