Hace años te proponíamos buscar a Cristo a través del ayuno, la limosna y la oración. Si te apetece puedes releer por aquí esa publicación. Y esta Cuaresma queremos ofrecerte para meditar un nuevo texto de la Sagrada Escritura en el que, precisamente, se alude a ese ayuno.
Esperamos que disfrutes del ratito de oración. Y si luego te animas a hacer un donativo a la parroquia, para ayudar a los más necesitados, recuerda que ahora es más cómodo con BIZUM. De momento por aquí te dejamos ya los versículos del evangelista Marcos escogidos para la ocasión:
"Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús: «Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?». Jesús les contesta: «¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar. Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán en aquel día. Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto —lo nuevo de lo viejo— y deja un roto peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos»." (Mc 2, 18-22)
¿Qué nos dice su lectura?
Que las cosas no se deben hacer por rutina, porque siempre se han hecho así, sino que hay que darles un sentido. El sentido que tiene hacer ayuno es purificarnos y solidarizarnos con las personas que pasan necesidad, sentir lo duro que es tener hambre y no tener nada para alimentarse; amén de que es imprescindible para la vida.
Con respecto a la pregunta de Jesús "¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos?". Entendemos que se refiere a que hay un tiempo para todo: "Tiempo de nacer, tiempo de morir; tiempo de plantar, tiempo de arrancar; tiempo de matar, tiempo de sanar; tiempo de destruir, tiempo de construir; tiempo de llorar, tiempo de reír; tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar; tiempo de arrojar piedras, tiempo de recogerlas; tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse; tiempo de buscar, tiempo de perder; tiempo de guardar, tiempo de arrojar; tiempo de rasgar, tiempo de coser; tiempo de callar, tiempo de hablar; tiempo de amar, tiempo de odiar; tiempo de guerra, tiempo de paz." (Eclo 3, 2-8). Y a los discípulos en ese momento les tocaba disfrutar de la compañía de Jesús y aprender de sus enseñanzas para ponerlas en práctica. Ya nada sería igual para ellos porque el encuentro con Jesús da un nuevo sentido a tu vida; por tanto rompe con lo antiguo "a vino nuevo, odres nuevos".
¡Pidamos hoy a Dios esa conversión!
Señor, yo quiero ser ese odre nuevo, para que ese vino nuevo que es tu Palabra, se instale en mí y permanezca para siempre; que aunque mi cuerpo envejezca, mi espíritu se mantenga siempre joven. Amén.
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