Cercanos a la solemnidad de San José te propusimos unos versículos de Mateo que nos invitaban a meditar sobre su figura (si no conoces o no recuerdas esa publicación puedes leerla en este enlace). Y hoy queríamos seguir con la mirada puesta en aquel padre en la tierra junto a quien el mismísimo Cristo fue creciendo en sabiduría.
Una de las cosas que más nos ha gustado a la hora de preparar esta entrada ha sido poder recuperar el trabajo colectivo que hacía mucho que no poníamos en práctica y queremos dar las gracias por aquí a todos los que se han animado a participar. También aprovechamos, ya que somos un blog católico y por tanto universal, para invitarte a seguir formando parte de este proyecto de parroquia virtual. Anímate a colaborar bien sea como parte del equipo de redactores, aportando ideas o animándote a dar difusión a lo que hacemos. Eso sí, te pedimos que compartas las cosas con aquellos que creas que les puede interesar y no te sumes a la moda de los reenvíos indiscriminados que tanto tiempo nos hacen perder. Por aquí no nos entretenemos más y comenzamos esta pequeña referencia colectiva de San José, que es fruto de los pequeños textos que hemos recibido a lo largo del mes.
San José fue un hombre que nos sigue sorprendiendo por su humildad, fidelidad y silencio. Se pasó la vida, de manera callada, atento a la voluntad de Dios y actuando conforme a ella. Y esto posiblemente nos llame tanto la atención porque vivimos en una sociedad en la que, con frecuencia, prima la apariencia por encima del ser.
San José se reconoció elegido por el Padre y cuidó de Jesús sin dudarlo, entregándose con plena docilidad en esta misión de vida, como también lo hizo la Virgen María.
Fue un buen hombre, un buen padre y un buen esposo. Dios le nombró administrador de su casa y señor de todas sus posesiones. Hay unas palabras muy sugerentes de San José María Escrivá ("En el taller de José" En: Es Cristo que pasa, punto 40) que dicen lo siguiente:
"La Sagrada Escritura dice que José era artesano. Varios Padres añaden que fue carpintero. San Justino, hablando de la vida de trabajo de Jesús, afirma que hacía arados y yugos; quizá, basándose en esas palabras, San Isidoro de Sevilla concluye que José era herrero. En todo caso, un obrero que trabajaba en servicio de sus conciudadanos, que tenía una habilidad manual, fruto de años de esfuerzo y de sudor".
Esta pequeña cita nos hace fijarnos en cómo San josé se santificó con el trabajo. Todo el esfuerzo y el sudor que requirió su profesión fue ofrecido a Dios. Se santifico él y santificó el trabajo convirtiéndose, a lo largo de más de 2000 años, en un referente para el mundo. San José nos enseña que el trabajo no es un castigo si colocamos a
Dios en medio de nuestros trabajos y fatigas. ¡Disfrutemos del trabajo trabajando! Y amemos a San José, quien en la actualidad ostenta la categoría indiscutible del patrón del trabajo y los trabajadores.
San José, buscando un lugar para que pudiera nacer Jesús, limpió la cueva lo mejor que pudo porque sabía que iba a albergar al Hijo de Dios. Ojalá nosotros, antes de comulgar, examinemos nuestro alma porque, unida a nuestro cuerpo durante esta vida, es allí dónde se hospeda Jesús. Trabajemos incansablemente para construirle allí el mejor templo y digamos a ese que la sombra del Padre:
Bendito y Glorioso San José que, escogido por Dios, tuviste que pagar por las habladurías de muchos al estar María en cinta y no ser tuyo el Hijo. Padre adoptivo de Jesús y educador admirable, intercede por nosotros ante Dios para que podamos aprender de ti ese sentido sobrenatural y humano con que supiste acompañar a Jesús y María.
Bendito seas San José, que fuistes testigo de la gloria de Dios en la tierra, bendito sea el Padre Eterno que te escogió, bendito sea el hijo que te amo y el Espíritu Santo que te santificó, bendita sea María que te amó.
Gracias José por ser nuestro primer santo de devoción y por guiarnos en el camino de la paternidad. Patrono de la Iglesia Universal, ruega por nosotros. Amén.
San José: ejemplo de vida actual por su entrega,responsabilidad, silencio, fidelidad, confianza...
ResponderEliminar¡Cuànto tenemos que aprender de ël!
La verdad es que sí, tenemos tanto que aprender... ¡qué regalo más grande nos ha hecho el Papa Francisco, al declarar el año San José, para poder profundizar en su conocimiento! ¡Aprovechemos la ocasión!
Eliminar¡Muchas gracias por el comentario! ¡Dios te bendiga!