miércoles, 30 de junio de 2021

El descanso del trabajo

Despedimos un nuevo mes y un nuevo curso. Por eso, en esta ocasión, queremos aprovechar la entrada de nuestro blog para hablar de algo fundamental y de lo que a veces nos olvidamos llevados por el frenético ritmo de vida que cada vez impera con más fuerza en nuestra sociedad. ¿A qué nos referimos? ¡Al descanso!

En las grandes ciudades nos hemos ido acostumbrando a no parar nunca, a ofrecer cada vez más servicios 365 días al año, 24 horas al día. El avance de las nuevas tecnologías y la cultura de la inmediatez parece que hubieran hecho necesario estar siempre disponibles y al final, sin darnos cuenta, podemos llegar a sentirnos agotados física, mental y espiritualmente. ¿Por qué? ¡Porque ninguno de nosotros somos Dios! Y, lo que es peor, encima nos olvidamos con frecuencia de aspirar a ser santos. Si te apetece aprovechar las vacaciones para empezar a buscar la santidad asómate a esta publicación: http://parroquiasanpascualaranjuez.blogspot.com/2018/04/gaudete-et-exultate-jesus-resucito.html

Es verdad que la vida del cristiano conlleva una entrega constante pero eso no significa tener que dar respuesta a todo, a todos y en todo momento. A veces los que nos consideramos seguidores de Cristo nos dejamos influenciar por la errónea idea del "buenismo" que nos lleva a decir casi siempre que sí y una vez decepcionados pasamos al extremo opuesto. Y, para evitar eso, tal vez, sería conveniente que antes de emprender ninguna aventura nueva nos parásemos a preguntarnos si lo que vamos a llevar a cabo es verdadera voluntad de Dios. No se trata de hacer cosas todo el tiempo sin parar, ni de realizarlas por cumplir con otras personas o agradar a alguien. Tampoco hay que comprometerse con una tarea por miedo a ser rechazados o excluidos ni evitar el sufrimiento a alguien cercano. Por eso valora siempre, antes de dar ningún paso al frente, que aquello que vas a realizar está dentro de los mandamientos de Dios y después piensa si los motivos que tienes para hacerlo son los siguientes:

  1. Tú (personalmente, con tus nombres y apellidos) lo deseas sinceramente. Esa será la única forma en la que podrás perseverar con paz en las pruebas que se te presenten. No será voluntad divina algo que, previamente, no sea la tuya porque para eso somos libres.
  2. Vas a aprovechar la oportunidad para convertirlo en tu ofrenda particular, incluyendo los sacrificios que pueda conllevar y que seguramente no serán pocos.
  3. Tiene como fin último el anuncio del Reino de Dios y su base es el amor por Él y por el prójimo. 

Y una vez puesto en marcha.... ¡deja tiempo para poder coger fuerzas! Hay muchos pasajes en la Biblia que nos narran cómo Jesús se retiraba a descansar y a orar. Por eso hoy, queremos animarte desde aquí a parar. 

Nos dice el catecismo que: 

La acción de Dios es el modelo de la acción humana. Si Dios “tomó respiro” el día séptimo (Ex 31, 17), también el hombre debe “descansar” y hacer que los demás, sobre todo los pobres, “recobren aliento” (Ex 23, 12). El sábado interrumpe los trabajos cotidianos y concede un respiro. Es un día de protesta contra las servidumbres del trabajo y el culto al dinero (cf Ne 13, 15-22; 2Cro 36, 21). (CCE 2172)

Así que, si es tu caso, deja de ser una Marta permanente y disfruta también de la mejor parte, la de María. No sigas quitando (o no permitas que otros lo hagan por ti) horas de sueño cada día para tener que dedicarlas a otras obligaciones. No trabajes más tiempo del que corrresponde pero sé productivo durante tu jornada. Reclama el domingo como el "día del Señor" y organízate para acudir al templo a escuchar la Palabra de Dios, encontrarte con Cristo vivo en la Eucaristía y disfrutar con tu familia y amigos.

Cuando llegue el tiempo de vacaciones... ¡exige ese mismo descanso e intenta no renunciar a él! Si puedes, no pierdas la oportunidad de vivir unos días de ejercicios espirituales o prácticar con más intensidad alguna buena obra que normalmente no puedas. 

Nosotros desde este rincón te deseamos un feliz verano y te agradecemos las veces que a lo largo del curso has parado a leer o a dar difusión a nuestras publicaciones. También damos gracias al grupo de colaboradores que hemos tenido en estos meses y, si es posible y Dios así lo quiere, nos veremos en septiembre. 

¡No nos eches mucho de menos! Este año, a diferencia de otras veces, vamos a parar toda nuestra presencia virtual (incluido Twitter por el que habitualmente solíamos quedarnos operativos).

¡Dios te bendiga y la Virgen te lleve siempre de su mano!

jueves, 17 de junio de 2021

Orando con san Bernardino de Siena, sermón 2 sobre san José

En el mes de marzo dedicábamos dos entradas a san José en nuestro blog que puedes encontrar en este enlace: http://parroquiasanpascualaranjuez.blogspot.com/search/label/san josé. Y hoy, para despedir el curso en esta sección de textos para meditar, queremos volver a fijarnos en él.

 

El texto seleccionado en esta ocasión es un párrafo de san Bernardino de Siena, correspondiente al sermón 2 sobre san José, cuyas palabras son las siguientes:  

"Acuérdate de nosotros, bienaventurado José, e intercede con tu oración ante aquel que pasaba por hijo tuyo; intercede también por nosotros ante la Virgen, tu Esposa, madre de aquel que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén."
¿Qué nos dice su lectura?

Quizá hoy la lectura nos diga poco porque más bien son las mismas palabras que a nosotros nos gustaría decirle a San José.

Para él no fue nada fácil realizar el compromiso que había adquirido delante de Dios (cuidar y proteger a la Sagrada Familia), como tampoco lo es para ninguno de los cristianos.

La figura de San José en los Evangelios se trata de manera bastante escueta; podríamos decir que es un personaje necesario para los planes de Dios, pero sin mucha relevancia. Sin embargo nada más lejos de la realidad; gracias a él con su fiarse de Dios y su amor incondicional a la Virgen María se produjo el acontecimiento más extraordinario e importante de toda la Historia de la Humanidad. ¡El Nacimiento del Hijo de Dios! Nuestro Salvador.

San José fue un hombre humilde y callado pero con gran coraje de decisión según los acontecimientos que iban surgiendo (como por ejemplo la huída a Egipto con el niño Jesús muy pequeño y lo que suponía entonces hacer un viaje de esas características, con los pocos medios que se contaban y teniendo que vivir en un país extranjero sin conocer el idioma). ¡Su vida no tuvo que ser nada fácil!

Pero si hoy queremos ponernos en sus manos y encomendarle nuestro verano es porque San José demostró tener una gran fe en Dios y con su ayuda pudieron volver a su casa y allí educar a Jesús siendo un gran padre para Él (seguramente el mejor que nuestro Salvador podría haber tenido aquí en la tierra).

Pidamos, por tanto, a este gran Santo que interceda por nosotros y que, junto a su Sagrada Familia, no dejen de acompañarnos por los caminos. Nos vemos por aquí, si Dios quiere, a finales de mes.