En el mes de marzo dedicábamos dos entradas a san José en nuestro blog que puedes encontrar en este enlace: http://parroquiasanpascualaranjuez.blogspot.com/search/label/san josé. Y hoy, para despedir el curso en esta sección de textos para meditar, queremos volver a fijarnos en él.
El texto seleccionado en esta ocasión es un párrafo de san Bernardino de Siena, correspondiente al sermón 2 sobre san José, cuyas palabras son las siguientes:
¿Qué nos dice su lectura?"Acuérdate de nosotros, bienaventurado José, e intercede con tu oración ante aquel que pasaba por hijo tuyo; intercede también por nosotros ante la Virgen, tu Esposa, madre de aquel que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén."
Quizá hoy la lectura nos diga poco porque más bien son las mismas palabras que a nosotros nos gustaría decirle a San José.
Para él no fue nada fácil realizar el compromiso que había adquirido delante de Dios (cuidar y proteger a la Sagrada Familia), como tampoco lo es para ninguno de los cristianos.
La figura de San José en los Evangelios se trata de manera bastante escueta; podríamos decir que es un personaje necesario para los planes de Dios, pero sin mucha relevancia. Sin embargo nada más lejos de la realidad; gracias a él con su fiarse de Dios y su amor incondicional a la Virgen María se produjo el acontecimiento más extraordinario e importante de toda la Historia de la Humanidad. ¡El Nacimiento del Hijo de Dios! Nuestro Salvador.
San José fue un hombre humilde y callado pero con gran coraje de decisión según los acontecimientos que iban surgiendo (como por ejemplo la huída a Egipto con el niño Jesús muy pequeño y lo que suponía entonces hacer un viaje de esas características, con los pocos medios que se contaban y teniendo que vivir en un país extranjero sin conocer el idioma). ¡Su vida no tuvo que ser nada fácil!
Pero si hoy queremos ponernos en sus manos y encomendarle nuestro verano es porque San José demostró tener una gran fe en Dios y con su ayuda pudieron volver a su casa y allí educar a Jesús siendo un gran padre para Él (seguramente el mejor que nuestro Salvador podría haber tenido aquí en la tierra).
Pidamos, por tanto, a este gran Santo que interceda por nosotros y que, junto a su Sagrada Familia, no dejen de acompañarnos por los caminos. Nos vemos por aquí, si Dios quiere, a finales de mes.
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