En este mes de abril, en el que hemos rememorado la Pasión de Jesús y, sobre todo, hemos celebrado el inicio del tiempo Pascual, es cuando los cristianos debemos aprovechar para renovarnos, para cambiar nuestros hábitos e intentar mejorarlos. Es el momento de buscar una nueva forma de vida llena de Luz, de que inicies (reinicies o continúes) tu propio camino de fe, de intentar mantener la esperanza y de practicar la caridad.
La caridad debería ser la principal virtud de un cristiano. ¿Se puede pedir algo mejor que amar a Dios por encima de todas las cosas y al prójimo como a uno mismo? Jesús murió en la Cruz para salvarnos del pecado (incluido tú) y resucitó para que su Espíritu Santo habitara entre nosotros. Y con ese ánimo, con aliento de santidad y el valor suficiente, cada uno de nosotros, deberíamos derrochar esfuerzos por intentar ser mejores personas y, entre todos, algún día crear un mundo ideal. La realidad, sin embargo, es que actualmente formamos parte de una sociedad cada vez más egoísta. Las clases dirigentes no cesan de hablar sobre la globalización; pero sus acciones, con frecuencia, lo único que consiguen evidenciar es un claro interés particular, vacío de valores humanos, poco honestos y ajenos a la utópica igualdad que deberíamos perseguir. ¿Y a nivel individual? ¿Cuánto de solidarios somos con el sufrimiento ajeno? Seguramente, en más de una ocasión, muy poco. La sombra que arrastra el deseo permanente de mejorar nuestro estatus no anda lejos y eso hace que, a veces, giremos la mirada ante alguien que necesita nuestra ayuda si nuestra acción nos va a hacer salir de la zona de confort.
¿Crees que ese hubiera sido el modo de actuar de Jesús? De la caridad Él hizo el mandamiento nuevo: "que os améis unos a otros como yo os he amado". El Señor pide que te entregues, y que lo hagas de corazón, incluso con aquellos que te hacen daño; que te acerques al que está más lejos, que no te olvides de indefensos ni de los pobres. Y tal vez tú te preguntes... ¿acaso puedo hacer yo algo por esos pobres que andan lejos? ¡Siempre tienes alguna oportunidad! Nosotros desde aquí te invitamos a que, en estos días, te acerques hasta nuestro centro parroquial a conocer al grupo de Solidaridad con el Tercer Mundo. Hasta el próximo 30 de abril te esperan en una de las habituales campañas de Comercio Justo ¿te vas a quedar sin colaborar?
San Pablo describe la caridad, a la que llama amor, y de ella nos dice que: es paciente y servicial. No se alegra de la injusticia sino que encuentra su gozo en la verdad; es carente de toda envidia y busca siempre el interés ajeno mejor que el propio. Disculpa y confía sin límites. ¡Haz todo el bien que puedas! La caridad es la virtud más grande que permanece junto a la fe y la esperanza. Mantén las tres a raya y conseguirás ejercitar la capacidad humana de amar hasta unos límites que seguramente todavía desconoces. Para ello, antes de despedirnos, queremos proponerte una cosa: prueba a ser más generoso contigo mismo, con los demás y con el Señor aunque no resulte fácil. ¡Quiérete, quiere, quiérele! ¡Disfruta de la alegría y la paz que esa experiencia te reportará! La caridad suscita la reciprocidad, es siempre desinteresada y generosa, es amistad y comunión.
¡Apuesta por la victoria del AMOR!
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