¿Nos echabas de menos? ¿Te has quedado esperando unas publicaciones que no han llegado? Antes de nada queremos pedirte disculpas por nuestro silencio bloguero y por la ausencia de nuestra publicación del mes de mayo, así como por el retraso en la de junio que llega ahora. Sentimos publicar tan tarde pero el Señor nos tuvo otros planes preparados y no quiso que nos sentásemos a escribir. ¡Qué bien que hoy estemos de suerte! Hoy es el día, hoy nos regala este agradable ratito de reflexión y redacción que siempre nos hace crecer. Esperamos que tu sensación al leernos sea la misma.
¿Y sobre qué vamos a meditar en este post? Pues de un tema que nos quita la Cruz de encima y, a cambio, nos ahoga con el serrín en el que la convertimos; de un asunto que evidencia que así no amamos al prójimo como debemos y que, sin que nos demos cuenta, levanta altas y extensas barreras entre nosotros. ¿De qué hablamos? De la murmuración.
Murmurar, según el diccionario de la RAE, significa "hablar entre dientes, manifestando queja o disgusto por algo", "conversar en perjuicio de un ausente, censurando sus acciones". Y a veces esto nos resulta más fácil de lo que imaginamos, tanto que a menudo nos sale de forma casi inconsciente.
En la página de la Santa Sede hemos encontramos un breve pero interesante documento, que si no lo conoces te invitamos a leer, en el que el Papa Francisco aborda este tema y del que hemos extraído nuestras citas. El Sumo Pontífice comentaba en él la carta a Timoteo (1, 1-2.12-14) y el Evangelio de Lucas (6, 39-42). Nosotros, en cambio, hemos querido quedarnos recordando el Evangelio de Mateo (7, 1-5) del pasado lunes, 26 de Junio.
En él Dios también deja muy claro su mensaje: ¡No debemos juzgar! Hacerlo nos convierte en seres despreciables. Con frecuencia vemos el defecto de la persona que está a nuestro lado y fácilmente criticamos a quien se ha equivocado. Sin embargo, rara vez miramos nuestro ombligo antes de hablar para descubrir nuestras miserias, que también las tenemos. ¿Y qué ocurre cuando se cambian los papeles? ¿Te agrada saber que hay gente que habla mal de ti? Seguramente no y posiblemente tu reacción cuando te enteres venga acompañada de un enfado, reproches hacia esa persona y quién sabe si hasta de algún acto violento. Por favor, no es sencillo pero intentemos frenar de manera individual esa espiral poco saludable que acompaña al enjuiciamiento. Seamos más generosos e intentemos perdonar aunque duela rebajarse.
"Juzgar los defectos de los demás, es contrario a la mansedumbre, a la humildad de la que habla el Señor"
(Papa Francisco)
En nuestra parroquia no estamos a salvo de este problema y por eso hemos querido dedicarle una líneas al asunto. Sabemos que el año es largo, que pasamos mucho tiempo juntos, que somos diferentes y que, por ello, las fricciones entre nosotros a veces se vuelven inevitables. ¡Menos mal que siempre estamos a tiempo de buscar una solución! ¿Te animas a probar? Vamos a intentar llevar a cabo lo que te contamos a continuación:
Aprovecha este verano, momento en el que cesan muchas actividades, y disfruta de unos días de descanso para que el amor de Dios, vivido desde otra perspectiva, pueda cicatrizar tus heridas; no seas rencoroso con aquello que (o con quien) te haya causado algún malestar; haz la vista gorda ante lo que te incomoda; recarga las pilas y vuelve en septiembre a tu centro parroquial habitual, lleno de alegría, para seguir haciendo comunidad. Si no eres capaz... habla con tu sacerdote que él te podrá orientar o aconsejar. ¡Ah! Y, sobre todo, no te dejes arrastrar por la rabia o el desconsuelo que pueden hacer que este verano, ayudado por las altas temperaturas que dicen que regresan en breve, se conviertan en tu infierno particular. Aprovecha y sal pero no solamente de vacaciones sino también a buscar la misericordia de Dios, que es grande.
Haz todo el bien que puedas, pon más amor a tu vida y así el criticar, como el frotar de aquel anuncio, se va a acabar. Nunca olvides esto y evita un tropiezo porque...
"Las murmuraciones matan igual y más que las armas."
(Papa Francisco)
¿Te inspira mejor alguna otra cita o lectura? ¿Tienes tú algún otro documento o vídeo (que sabemos que hay muchos) sobre el chismorreo? ¡Deja un comentario y comparte con nosotros la referencia, un link o un resumen del mensaje! ¡Cuéntanos también tu opinión! ¿Por qué no? No te dé vergüenza, ya has visto que por aquí somos tan imperfectos como tú.
Nos vemos, si el Pastor Divino quiere, a finales de septiembre para contarte qué tal el comienzo de curso y todas las novedades que tengamos. ¡Feliz verano y qué Dios te bendiga!
Seguro que la conocéis, pero no me resisto a recordaros la siguiente anécdota.
ResponderEliminarUna mujer que se confesaba frecuentemente de hablar mal de los demás, san Felipe Neri le preguntó:
— ¿Te sucede con frecuencia hablar mal del prójimo?
— Muy a menudo, Padre -responde la penitente.
— Hija, creo que no te das cuenta de lo que haces. Es necesario que hagas penitencia. He aquí lo que harás: mata una gallina y tráemela enseguida, desplumándola por el camino desde tu casa hasta aquí.
La mujer obedeció, y se presentó al santo con la gallina desplumada.
— Ahora -le dijo Felipe-, regresa por el mismo camino que viniste y recoge una por una las plumas de la gallina…
— Pero eso es imposible, padre -rebatió la mujer-, con el viento que hace hoy no podré encontrar más que unas pocas.
— También yo lo sé -concluyó el santo-, pero he querido hacerte comprender que si no puedes recoger las plumas de una gallina, desparramadas por el viento, tampoco puedes recoger todas las murmuraciones y calumnias dichas en perjuicio de tu prójimo.
Aunque está clarísimo el mensaje que nos ofrece esta anécdota, quisiera hacer un pequeño comentario.
Es un gran pecado colectivo el hablar de los demás sin ser muchas veces conscientes del daño que podemos causar. Primero si es falso se convierte en calumnia y segundo si es cierto se convierte en murmuración o difamación. Nos gusta "ver la astilla en el ojo del prójimo y no reparamos en la viga que llevamos en el nuestro".
Una buena anécdota, con un claro mensaje, sobre los que seguir reflexionando. Está claro que debemos prestar más atención al peligro y las consecuencias de la murmuración.
Eliminar¡Muchas gracias por el comentario!