jueves, 2 de noviembre de 2017

Amor y perdón, esenciales en la reconciliación

¿Estabas echando de menos nuestra publicación mensual? Normal, venimos con unos días de retraso... ¡esperamos que no lo tengas en cuenta, lo importante es que ya estamos aquí!

En el mes de septiembre te hablábamos sobre el perdón (puedes leer aquí la entrada) y te comentábamos que retomaríamos el tema. Así que, para no dilatarnos más, vamos a seguir hablando de ello en esta ocasión. Nos despedimos rezando el Padrenuestro y con una nueva meditación sobre él hemos vuelto. ¿Por qué? Porque es la oración por excelencia de todo cristiano y la que nos propone el Evangelio (Mateo 5, 9-15).

Sabemos que tenemos un mandamiento primordial que es Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como uno mismo. Y si te paras a pensar un poco no te costará darte cuenta de que esto lleva implícita otra importante tarea: perdonar. Y eso mismo es lo que le pedimos a Dios cada vez que rezamos con la oración que Él nos enseñó: 

"perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden"

Y Mateo advierte en los dos últimos versículos arriba citados:
"Porque si vosotros perdonáis a los demás el mal que os hayan hecho, también os perdonará a vosotros vuestro Padre celestial.
Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros pecados".
¿Te das cuenta de lo que supone una reconciliación? ¿Eres consciente de lo que implica? Es tener siempre abierta la puerta de la esperanza. Si quieres verlo de manera más gráfica, a través del arte, te animamos a que, antes del 12 de noviembre, realices una escapada hasta la ciudad de Cuéllar y visites la exposición de las Edades del Hombre.



Reconciliare, que es el título y temática de este año, se ha estructurado en torno a un preámbulo y cuatro capítulos distribuidos, en tres iglesias de la pequeña y bella localidad segoviana, de la siguiente manera:
  • Iglesia de San Andrés (Preámbulo y Capítulo I)
  • Iglesia de San Martín (Capítulos II y III)
  • Iglesia de San Esteban (Capítulo IV)
Comienza el recorrido con un audiovisual sobre el caos del que se originó el mundo y el desorden que hoy día también tenemos en la sociedad actual. Continúa intentando encontrar sentido a toda esta desorganización y para ello nos propone una mirada a las primeras páginas de la Biblia (al libro del Génesis). Podrás ver que ya desde los inicios se encuentra un Dios misericordioso que siempre da una nueva oportunidad, a pesar de la tendencia del ser humano a pecar y a crear fricciones y divisiones.

En la iglesia de San Martín te encontrarás con la historia de la liberación de Israel, narrada en el Éxodo, en la que las proezas del Señor son contempladas, en esta ocasión, a través de los versos del salmo 78 (con Moises y David como principales protagonistas). Esta segunda parada de la exposición recuerda que todo lo mostrado forma parte de algo más grande que culminaría con la llegada de Jesús, fruto bendito del vientre de la Virgen María, de quien podrás contemplar algunas esculturas.

El tercer capítulo, que ya comienza a adentrarse en las páginas del Nuevo Testamento, te mostrará a ese Dios que siempre deja lugar para el reencuentro, que constantemente invita a optar por el amor aunque muchas veces puedas preferir ignorar su opción. Sabemos que es muy fácil entrar en esos caminos sinuosos que te ponen en peligro y te hacen reaccionar con violencia, egoísmo, envidia, desazón... ¡por ello es importante que te pongas en las manos de Jesús en cuanto tu estabilidad se tambalee!
 
La exposición mira con esperanza el dolor y el sufrimiento y te invita a reflexionar sobre la siguiente cuestión: ¿Debemos reconciliarnos con Dios o entre nosotros los hombres con el objetivo de buscar una convivencia en armonía? Así, sin acercarte hasta Cuéllar, dinos... ¿tú qué opinas? Anímate a compartir tu opinión y déjanos un comentario con tu respuesta.

Jesús mismo se ha encargado de mostrarte que Dios siempre está dispuesto a recibirte y a redimirte. Su vida fue un ejemplo de entrega, de perdón, de liberación, de sanación, de verdadera justicia y, sobre todo, de puro amor. Y eso es lo que se pide que hagamos: AMAR. Él fue una muestra viva de la inmensa misericordia del Padre hacia nosotros y aún hoy su Santo Espíritu sigue manifestándose en la vida de mucha gente, tal como nos invita a descubrir la última parada de la exposición.

El hombre fue creado para compartir con los demás el cariño que guarda su corazón. ¿Por qué? Porque en su naturaleza va implícita la búsqueda de la felicidad y no hay mayor placer, ni cosa que dé mayor paz y alegría, que hacer el bien.

Es cierto que si miras a tu alrededor lo que más vas a encontrar son noticias trágicas, gente que se siente desolada, historias que esconden grandes fracasos, orgullos rotos y muchas esperanzas desvanecidas. Y a veces puede parecer que estuviésemos obligados a vivir en un mundo amargo cuando no es así. No se trata de mirar lo que hacen los demás y juzgarlos o criticarlos. Tampoco de menospreciar al que tenemos al lado si piensa o actúa de manera diferente a la nuestra, ni si no entendemos su forma de luchar por un mundo mejor y más feliz. No es cuestión de sentirnos el ombligo del mundo y creernos un ejemplo para los demás porque estaríamos cayendo en el pecado de la soberbia. En esta ocasión queremos proponerte algo muy sencillo... ¿por qué no pruebas durante el mes de noviembre a intentar ser más generoso, a levantar la mirada, a observar, escuchar y ayudar a aquel que lo necesite? Si hace falta pon tu vista en lo más alto, pide ayuda, y pregunta antes de hacer nada ¿Señor, cuál es tu voluntad? Cada noche antes de acostarte revisa tus actos y anota en un papel aquellos que te gustaría mejorar. Y si ves que pasa el tiempo y no lo consigues no te entristezcas porque en ese estado, al igual que si guardas rencor o preocupación por algo, no podrás amar. Si sientes que tus fuerzas flaquean no olvides que Dios siempre tiene un plan B del que ya te hemos hablado bastante: Reconciliación.
Fuente: https://www.diocesismalaga.es/dibujos-de-fano-en-color/
O, lo que es lo mismo, el sacramento de la Penitencia (o confesión para que nos entendamos). Si estás recién aterrizado y te cuestionas qué es. Te lo explicamos:

Resumiendo mucho, mucho, mucho... la penitencia es el sacramento por el que un sacerdote perdona tus pecados. San Juan Pablo II, en su exhortación apostólica post-sinodal Reconciliatio et Paenitentia, dice que la penitencia es "cambiar la vida en coherencia con el cambio de corazón" y va de la mano de la reconciliación porque "reconciliarse con Dios, consigo mismo y con los demás presupone superar la ruptura radical que es el pecado, lo cual se realiza solamente a través de la transformación interior o conversión".

Un cristiano debe caminar siempre hacia la santidad. Y a la vez debemos ser muy conscientes de que conseguirlo no está en nuestras manos sino que es, ante todo, un don misericordioso de Dios al hombre.

El primer paso para tu conversión es sentirte pecador y reconocer que no eres todo lo perfecto que te gustaría. Revisa tu vida, busca qué es lo que no has hecho del todo bien y después trabaja el segundo paso. Responde con sinceridad: ¿te hubiera gustado hacerlo mejor? Si la respuesta es sí ¡enhorabuena, eso es señal de arrepentimiento! Si no encuentras nada malo, raro, rezaremos por ti porque sabemos que, aunque tú no quieras saber nada de él, el Señor te quiere. ¿Te preguntas qué viene ahora? Otra cuestión: ¿te gustaría hacerlo mejor la próxima vez? ¿Vas a intentar no repetir el mismo fallo? Si tienes ganas de mejorar es que hay propósito de enmienda y estás a punto de llegar al final. Querer perfeccionar lo realizado es querer obedecer a Dios y la mejor forma de coger fuerza para continuar es acudir a pedirle perdón, a sentirte perdonado y solicitar su ayuda que te aseguramos, aunque a su manera y en sus tiempos, llegará. Es cuestión de confiar en Él, de no perder la fe.

¿Conoces la parábola del hijo pródigo? Si es que sí... ¡genial, ya sabes de qué va! Si es que no... la referencia, por si te apetece leerla, es Lucas 15, 11-32. Y si eres de los que prefieren que se lo cuenten, que siempre es mucho mejor porque te la podrán explicar, te invitamos a que te acerques a algún sacerdote y le preguntes si te puede hablar de ella.

Nos vamos a ir despidiendo, esta vez no hasta el mes que viene porque esperamos regresar a finales del presente, pero nos alegraría si antes de ese día te animas a reencontrarte con el Señor. En nuestra parroquia puedes confesar antes de las misas, los jueves de 12:30 a 14h (día en el que Jesús Sacramentado también está esperando que lo visites) o siempre que lo solicites y acuerdes una cita con el sacerdorte. ¡Experimenta la misericordia de Dios y descubre cuánta paz te puede dar! Y no lo decimos nosotros... ¡lo dice el Papa!




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