Da gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia, porque nos ha permitido ir retomando las actividades un curso más, porque ha querido que volviésemos a escribir por aquí y, sobre todo, porque te quiere tanto que te mantiene con vida en este momento para que, justo ahora, estés leyendo nuestra publicación.
¿Qué tal te ha ido el verano? ¿Has sido feliz? ¿Has podido descansar? Si es que sí... ¡no alegramos enormemente! Si por el contrario crees que podría haber sido mejor no te desanimes. Hoy vamos a proponerte varias cosas, para ir olvidando los sinsabores estivales, y hablarte de algo muy importante, para borrar las penas, que además ha sido un tema recurrente este mes: el perdón.
En primer lugar queremos avisarte de que ya se está preparando una nueva edición de Alpha y nos alegraría enormemente contar con tu presencia (real y no a través de la pantalla). ¿Qué es eso de Alpha? Una actividad que cada año organizamos, con todo nuestro cariño, y que te permitirá descubrir en qué estado tienes la fe, reflexionar sobre los motivos por los que la tienes y empezar a entrenarla. Si no sabes qué es echa un vistazo a este post antes de seguir. ¡Ah! Sabemos que mucha gente, desconocemos si tú eres de esas personas, piensa que todo lo que hacemos en la iglesia es porque queremos captar a la gente o algo así. No vamos a negar que lo puede parecer pero sí que te aseguramos que no es lo que buscamos. Aquí nunca obligamos a quedarse a nadie, eres tú quien elige lo que quiere hacer; no nos enfadamos si vienes un día y más tarde decides no volver (por el motivo que sea, no tienes la obligación de dar explicaciones); y en cambio sí que nos da la vida, y creemos que te la puede dar a ti también, cuando el Señor nos deja hacer (o nos entrega) algún regalo. Y Alpha es eso justamente: el regalo que queremos darte y el que tú nos devuelves al participar. Te invitamos a conocer gente, a cenar, a charlar y a experimentar algo que, en los tiempos que corren, únicamente es apto para valientes. ¿Qué dirán tus amistades si se enteran de que estás pensando venir al centro parroquial? ¡Atrévete a comprobarlo! O, mejor, reta a tus colegas también y veniros juntos a cenar y a comprobar en primera persona lo que hacemos en Alpha. Luego, si te apetece, hasta podrás juzgarnos libremente sin que nadie pueda decirte "hablas sin saber". ¿Cuándo es la cita? El próximo día 5 de octubre a las 20:30h. Te dejamos por aquí la invitación con más información. Avísanos con un comentario si quieres que te reservemos la plaza o, si lo prefieres, contacta con nosotros en el teléfono 619 773 971 (puedes mandar un WhatsApp).
Si crees que Alpha no es lo tuyo, si lo has probado y no has encontrado lo que buscabas, si te sientes vacío y andas tan perdido en la vida que ya no sabes cuál es tu camino... queremos proponerte otro plan. Ven a conocer nuestro grupo de oración de los lunes por la tarde (de 17:30 a 19:30h). Podemos respetar que todavía no te veas preparado y no te atrevas a acudir a la Santa Misa pero... si no te alimentas ¿crees que podrás sobrevivir también sin respirar? La oración es aire fresco para tu espíritu, ¡ventila con ella tu vida!, y seguro que, si coges el hábito, empezarás a sentirte mucho mejor. Y, ojo, que por hábito nos referimos al significado de hacer algo rutinario. No creas que vamos a vestirte de manera especial, ni vamos a encerrarte en ningún convento. Eso, si acaso, Dios proveerá y tú lo verás (y nosotros contigo si nos avisas).
Por otro lado, si no quieres compromisos, si prefieres algo que no esté sujeto a horarios estrictos, si eres de esas personas a las que, cuando viajan por ahí, les gusta asomarse a las iglesias para descubrir qué esconden... ¡te lo vamos a poner muy fácil esta vez! ¡Tienes que venir algún jueves a nuestra parroquia! ¡Jesús Sacramentado te espera! Él es lo más importante, y lo que todas las iglesias tenemos en común, aunque a veces no todo el mundo se da cuenta. Ven a su encuentro antes de las 18:30h y no te asustes que, salvo que llegues entre las 12h y las 12:30h, lo que te ofrecemos es un lugar de silencio, descanso, encuentro y paz. Un espacio para meditar y pasar un ratito con la mejor compañía. ¡Ah! Si el "ladrón", que allí tenemos encerrado, se hace con tu corazón, busca al "policia" del confesionario, te ayudará a tener con él una bonita reconciliación.
Y ahora sí, así, hablando de
conciliaciones, de restituciones o reencuentros, vemos que le está
llegando el momento al perdón. El tema es amplio y seguro que lo retomamos pero, en esta ocasión, seremos breves
porque no queremos que la entrada se extienda demasiado.
Perdonar es, como buen quitapenas, lo que nos va a ayudar a cambiar esa conducta negativa que se activa en nosotros cuando alguien, o algo, nos hace daño. Es verdad que te va a proporcionar un sentimiento mucho más gratificante que el del rencor; pero también es cierto que no es una tarea fácil de realizar
porque conlleva una gran implicación personal. Pedir
perdón, tanto como perdonar, es hacer un acto de humillación, nos obliga
a rebajarnos y mostrarnos más humildes, exige generosidad y requiere
mucho AMOR.
Vaya, que resulta casi más sencillo empezar antes a hacer otras cosas como, por ejemplo, acudir a misa los domingos. ¡Piénsatelo si todavía
no lo haces!
Perdonar requiere compromiso por tu parte y determinación, se necesita tiempo y dar los siguientes pasos:
- Reconocer que se ha sufrido un dolor pero dejar de quejarte por lo ocurrido y de analizar si fue justo o no.
- Coger distancia para intentar ver, de la forma más objetiva posible, los motivos que llevaron a originar ese malestar. Es el momento de intentar empatizar con el otro o de buscar en nuestro interior la causa del sufrimiento.
- Dejar de dar vueltas al daño recibido y de tener malos pensamientos hacia quien lo provocó.
- Intentar aceptar la situación actual y, en la medida de lo posible, ir recuperando la confianza.
Como puedes ver no
vale decir "te perdono" o "me perdono", que puede llegar a ser más
complejo, sin más. No, no
eso. Perdonar tampoco implica que tengas que olvidar lo que ha pasado y hacerlo no te asegura que todo vaya a volver a ser como antes porque, entre humanos, puede haber perdón sin reconciliación. ¿Sabes qué? ¡Hay que ser muy fuerte para poder perdonar! Por eso necesitamos a alguien de quien copiar. ¡Dios!
Si ves que te cuesta perdonar tal vez te interese leer este libro y, por supuesto, no dudes en volver a asomarte y recordar las lecturas del XXIV Domingo de Ordinario (Ciclo A),
del pasado día 17 de septiembre y meditar con ellas. No seas egoísta, no te llenes de
soberbia, y si ves que no eres capaz da un paso atrás para luego intentarlo de nuevo, persevera. No seas un siervo despiadado, nunca niegues a otro tu perdón porque su práctica te une a Dios. Confia en Él, siempre va a perdonar más
que tú y te acogerá con una misericordia permanente a pesar de tus defectos. ¡Sigue su ejemplo! ¿Abrirás tu corazón? ¡Pídele que así sea! ¡Perdona
y serás perdonado!
Padre nuestro...
¡¡¡¡IMPRESIONANTE!!!
ResponderEliminarEsta entrada es de las que hay que leer y releer y luego..."REZARLA"
Es verdad que el pedir perdón es difícil, y perdonar más aún. Esto del perdón es una expresion de Amor de las mayores, y además nos hace "divinos" porque es lo que más nos acerca a la Misericordia de Dios, que no se cansa nunca de perdonarnos.
¡¡¡Ánimo, María y adelante con este blog !!!
¡¡¡Gracias y que Dios te bendiga!!!!
¡Gracias por el comentario y disculpa la demora al responder!
EliminarNo te pierdas la nueva entrada sobre la reconciliación (http://parroquiasanpascualaranjuez.blogspot.com.es/2017/11/amor-perdon-reconciliacion.html) ;)
M.Carmen, aunque haga casi dos meses de tu comentario no quería dejar de darte las gracias por tus palabras. Me ruborizan.
EliminarLa que tiene que dar las gracias soy yo. Estoy enormemente agradecida con todos los que formabais la parroquia cuando llegué hace casi dos años, vuestro cariño y buen trato es el que me ha hecho permanecer este tiempo en ella. El blog no es sino mi humilde aportación a la comunidad. Te diría que ha sido un regalo que el Señor tenía preparado para mí porque sabe que me gusta escribir pero igual me estoy aventurando demasiado. Ya sabes los dolores de cabeza y las muchas dudas que me produce saber si lo que hago es fruto de mi voluntad o de la voluntad divina.
Besos y... ¡qué Dios te bendiga a ti también!