lunes, 31 de mayo de 2021

Descubre el ser trinitario que llevas dentro

Mayo suele ser un mes especial para nosotros. Celebramos, entre otras cosas, el mes de María, de quien nunca quitamos la mirada, y el día de San Pascual, que es nuestro patrón y siempre nos invita a aumentar nuestro amor por la Eucaristía. Y sostenidos por ellos hemos despedido el mes celebrando el misterio central de la fe y de la vida cristiana: la Santísima Trinidad, que es el misterio de Dios en sí mismo (CCE 234). 

Santísima Trinidad (Equipo de arte Verbum Dei: Rosa Dolores Giner, Antonio Rando, Julio Antonio, Victor y Asunción Gomila)
Santísima Trinidad, Loeches (Equipo de arte Verbum Dei:
Rosa Dolores Giner, Antonio Rando, Julio Antonio,
Victor y Asunción Gomila)

Dios, en la Santísima Trinidad, se nos presenta como la comunidad perfecta, la comunión del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y esta triple presencia nos invita, a cada uno de nosotros, a descubrirnos como seres trinitarios y a complementarnos con el prójimo para para poder ser también anunciadores del Reino heredado.

Y a lo mejor te estas preguntando ¿cómo puedo conseguir esto? Pues quizá empezando por lo siguiente:

1) ¡Sintiénte hijo de ese único y verdadero Dios que supera tu entendimiento!
Quizá el hecho de que tu razón no logre comprender su grandeza sea motivo de duda o negación en muchas ocasiones pero, pase lo que pase, nunca dejes de confiar en Aquel que todo lo puede. Él es todopoderoso, creador del universo y, a pesar de todos tus errores, abandonos e infidelidades, nunca dejará de desear con amor paterno tu salvación.

2) ¡Sintiénte hermano del mismo Cristo e intenta imitar todas sus actitudes!
Acércate a Él, que es Dios hecho hombre, conoce su vida y la historia de la salvación a través de la Sagrada Escritura, de la Tradición y el Magisterio de la Iglesia. Y en tus horas de dolor, cuando quieras encontrarte con aquel que padeció, fue crucifidado, muerto y sepultado, acércate al Santísimo Sacramento del altar que es el Cuerpo de Cristo vivo hoy y presente en este mundo.

3) ¡Siéntete un templo del Espíritu Santo!
Deja morir tus planes y proyectos, ponte en oración, frecuenta los sacramentos y deja que sea Dios quien te construya haciendo en ti su voluntad. Cumple sus mandatos y responde a la misión encomendada desde la vocación a la que creas que te llama.

Y después de haberte sentido identificado con estas tres cosas dinos... ¿te atreves a comprometer tu vida para intentar hacerlas realidad? Si la respuesta es que sí ¡toca seguir trabajando! 

Además de interiorizar y ser reflejo de esa Trinidad a nivel particular debes buscar serlo también dentro de la Iglesia. Así que si estás encerrado en tu casa o viviendo a tu aire sin pisar una parroquia piensa si lo tuyo puede llamarse verdaderamente cristianismo. La fe es algo muy personal, que cada uno vivimos de manera diferente, pero no es individual. Hay que construir comunidades, no igualitarias pero sí de unidad, en las que seamos capaces de limar nuestro orgullo y soberbia y ponernos al servicio del resto. Pide a la Trinidad que te oriente y guíe, que te ayude a ver tus fallos y a ir mejorando cada día.

La comunión de la Trinidad experimentada en comunidad implica complementarse más que enfrentarse. ¿Tú eres de las personas que suman o de las que restan? ¿Haces crecer a tu grupo o, por el contrario, lo reduces?

Si estás bautizado mira que todos tus actos sean siempre reflejo del compromiso adquirido con el Bautismo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

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