¡Feliz Navidad querido lector! ¡Dios, hecho Niño, te bendiga!
Hoy venimos a despedir contigo el año haciendo un breve repaso de todo lo que hemos aprendido a lo largo de estos meses y desgranando algunas de las cosas que te pueden dar la felicidad que deseamos en Navidad y que va mucho más allá del consumismo y la fiesta desmedida a los que muchos se entregan en estas fechas.
Arrancábamos en enero con una publicación en la que te animábamos a ponerte en marcha y a imitar a Jesús.
Y te decíamos que aquello podrías conseguirlo haciendo lo siguiente:
- Amando. Pero no de cualquier forma sino como Él y para ello te decíamos que era fundamental conocerlo. ¿Cómo puedes conseguir eso? Un primer paso es animándote a contemplar un Belén y meditar todo lo que encierra el Nacimiento del "Pequeño" que descansa en el pesebre (en brazos de su madre o en los de
su padre, dependiendo de las figuras que podamos observar). ¿No se suscita en ti al mirarlo un deseo de saber más sobre Él y el Misterio que lo rodea? El segundo es acercándote a la Sagrada Escritura, a la Tradición de la Iglesia y confiando en su Magisterio. ¿No sabes de qué te hablamos? Déjanos un comentario con tus dudas o, mejor, anímate a resolverlas participando en el grupo de aproximación al Catecismo que tenemos los jueves de forma alterna en dos turnos: de 11h a 12h una semana y de 20:30 a 21:30h a la siguiente. ¿Por qué lo hacemos así? ¡Porque queremos que aquellos que trabajáis lo tengáis más fácil! ¡Anímate a venir!
- Teniendo caridad. Que ya sabes que es la virtud principal de un cristiano, que te asegura la capacidad de amar y, en gran medida, de obtener la paz y la felicidad que deseamos a todo el mundo en estas fiestas de Navidad. Siempre se vive más contento cuando uno tiene la certeza de que su entrega o ayuda ha hecho la vida mejor al que tiene al lado. No hace falta que te propongas en estos días hacer grandes obras para luego no repetirlas, es mejor buscar algo sencillo e intentar mantenerlo durante todo el año. Observa a esos pastores de Belén, cómo compartían en torno a la hoguera. La hoguera es Dios en medio de aquellos que se reúnen para celebrar su nacimiento. Piensa en algo que puedas ofrecer a un familiar, a un amigo o a un desconocido necesitado y sal a compartir tu tiempo, tu alegría, tus recursos, con ellos. Luego si quieres ven y cuéntanos tus hazañas dejando un comentario. Y si no sabes a quien ayudar... ¿quieres que te hagamos nosotros una propuesta? ¡Pásate por nuestro centro parroquial y hablamos! Igual te apetece colaborar de alguna manera visitando enfermos, mayores o participando en el grupo de "Solidaridad con la Misión".
- Aprendiendo a llevar las cruces de la vida. Quizá la propia tradición (en minúsculas y no la Tradición de la que te hablamos en el primer punto, que es otra cosa) nos ha generado la falsa idea de que la Navidad es para estar eufórico, comer, beber y festejar en sociedad algo que muchas veces cada vez más gente (entre ellos numerosos cristianos) ya no saben muy bien ni qué celebran (y, quizá, por eso se intenta cambiar de nombre). Las fiestas de Navidad recuerdan el nacimiento de Jesús y lo que eso supuso, así, sin más florituras. No obliguemos ni juzguemos a esas personas que, por las diferentes circunstancias de su vida (bien puede ser la pérdida reciente de un familiar, la enfermedad o las propias dificultades de cada día), no tienen el ánimo para grandes reuniones. Lo que vivieron María y José junto al Niño en aquel establo no fue para tirar cohetes de alegría. En su momento estarían asustados, no comprenderían lo que acababa de pasar, se sentirían cansados, dolidos, tristes y con los sentimientos encontrados. Aquello, seguramente, tuvo que ver más con la búsqueda o el deseo de recibir alguna ayuda sencilla y austera. Nadie tiene que reír si siente ganas de llorar y los demás podemos aprovechar para vivir junto a esas personas una verdadera Navidad. Es una oportunidad que se nos regala para ser generosos, para amar y, ofreciendo nuestra compañía y escucha, descubrir en ese llanto el del Niño en el portal. Y tú, que puedes estar sintiéndote sin esperanza en estos días, mira a Jesús, pídele que en tu debilidad se haga fuerte y descúbrelo ya hecho hombre en todo aquel que se te acerque con deseo de ayudarte.
- Perdonando. Esto es algo fundamental. Si tienes batallas abiertas, si tienes rencores con amigos o familiares aprovecha estos días para el reencuentro. Seguramente muchas cruces vengan propiciadas por discusiones con otros, por excesos de orgullos y egoísmos personales, imita a Jesús esta Navidad, Él fue el mismo Dios hecho hombre que vino a este mundo para dar su vida por nuestras pecados y caídas. Mira a esa persona con la que te has enfrentado y tiéndele los brazos como si fueras el Niño diciéndole acógeme que yo te perdono. Y si eres tú el que se ha sentido defraudado acógelo como si fuera el mismo Niño que te dice perdóname, por favor. Si eso no es suficiente mira las figuras de José y María. ¿Acaso unos padres no hacen la vista gorda ante las numerosas faltas de sus hijos? ¡Dios contigo hace lo mismo y espera que tú reacciones igual!
- Intentando vivir alegre. Es verdad que las dificultades nos complican esto pero el Nacimiento de Jesús fue un acontecimiento para no dejar nunca de celebrarlo. Él no vino para pasar por este mundo sin pena ni gloria sino más bien para todo lo contrario. La Navidad es tiempo para cantar Villancicos y ver si es verdad eso que dicen de que "las penas se van cantando". Escuchando las letras, que en esas pequeñas piezas se ofrecen, encontramos una forma amena y divertida de ir acercándonos a la vida de Jesús. Cantando el corazón se ensancha y la música nos enamora. Mírate entonces un poquito el ombligo y descubre en ese momento de plena alegría cómo tu corazón posiblemente se esté asemejando un pelín más al de Jesús. ¡Dale gracias por todo lo que hizo, por todo lo que hace y por todo lo que hará! Y recuerda que DIOS TE AMA SIEMPRE, a pesar de las circunstancias, en tus alegrías y tristezas, salud y enfermedad, riquezas y pobrezas durante todos los días de tu vida. Es como si tuvieras una relación esponsal con Él. ¿Acaso también en estas fiestas, con cuya venida al mundo Él quiso hacerse visible para ti, vas a darle la espalda? Deja que te alivie si estás cansado.
- Siendo humilde. Que es una de las cosas que más le gustan al Creador. Que todo lo que hagas no sea para ponerte medallas y creerte mejor persona sino por amor a Dios. Recuerda que no porque hagas regalos más caros vas a querer más o mejor a tus familiares y amigos. Ponte al servicio de quien pueda necesitarte, manifiesta tu amor desinteresado a los demás y que todo lo que hagas sea sin afán de imponer o destacar porque no hay humildad sin docilidad ni obediencia. Mira a María y José con Dios y a Jesús con sus padres y contigo.
- Compartiendo con los demás todo lo que vivas o experimentes en esa relación tú a Tú que tienes con Jesús. O lo que es lo mismo... ¡saliendo a evangelizar! Ve al Belén, mira detenidamente sus figuras durante un tiempo, piensa sobre lo que representa cada una (no suelen ponerse porque sí) y luego anímate a quedar con alguien para charlar un rato sobre todas las inspiraciones que te hayan venido. No tengas miedo de invitar a otros a acercarse a la Iglesia, a unirse más a Jesús porque, ya lo dice el refrán... "todo se pega menos la hermosura" ¡Deja que Él te llene con los dones de su Espíritu y respeta la libertad del que decida seguir alejado!
Y, por último, el pasado mes te invitábamos a observarlo en su figura de Rey admirándote con la perfección de su creación y a distinguir todo lo que no procediera de Él. Queríamos que lo hicieras de la mano de Virgen y con Ella, nuevamente, queremos que emprendas el último reto del año: ¡Lleva una vida de oración! ¿Te has asomado ya por el espacio en el que te vamos dejando cada mes un texto para meditar?
Sabemos que Jesús, aun teniendo pleno conocimiento de Dios porque era Él, no dejó de retirarse a orar de manera ordinaria y, de forma especial, ante los momentos cruciales. María tampoco dejó de meditar la Palabra en su corazón, confió siempre y se mantuvo fiel, sin cuestionarse que las cosas tuvieran sentido o no. José también la acogió y no dudó en responder a las llamadas que el Señor le hacía. Los pastores y los Magos de Oriente supieron descubrir toda esta grandeza en medio de la sencillez y oraron ante el verdadero Rey. Miremos hoy con esos ojos, por encima de las apariencias del mundo, y ojalá a través de nuestra oración personal podamos descubrir la Buena Noticia que encerró el misterio del Nacimiento: nuestra Salvación.
¡Qué Dios te libre esta noche de los excesos, no olvides aportar tu colaboración, y disfruta de la belleza de estas fiestas! ¡Nos vemos el 1 de enero en la Iglesia para celebrar en la Misa que Santa María es la Madre de Dios! ¡Y regresamos por aquí el día 17 para ofrecerte un nuevo texto que puedas orar!
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