Ya estamos aquí un mes más y esta vez venimos, muy contentos, a desearte...
¡Feliz navidad!
Es posible que lleves días, o semanas, recibiendo un montón de felicitaciones llenas de buenos deseos para estas fechas. Por ese motivo, hemos comenzado a redactar haciéndonos una pregunta... ¿te llegó ese bonito mensaje que, imitando una carta del propio Jesús, invitaba a reflexionar sobre el verdadero significado de lo celebramos cada 24-25 de diciembre. No importa si no lo leíste pero sí que no tengas claro qué es lo que da sentido a todo lo excepcional que cada fin de año vivimos los cristianos. ¿Sabes que el principal motivo de festejo no es otro que rememorar el alegre nacimiento de Jesús o, lo que es lo mismo, celebrar su cumpleaños?
Hemos pasado cuatro semanas preparando su venida y esto, al igual que a nosotros, es lo único que en estos momentos debería llenarte de verdadera alegría. ¿Está mal salir con los amigos y brindar con ellos? ¡No, siempre que se haga por algún buen motivo y con moderación! Lo triste es que para muchos comer y beber es el único motivo del encuentro y que una vez que empiezan no saben poner freno después. ¿Y qué pasa con los regalos? Pues que a nadie le amarga un dulce pero piensa qué vas a comprar, gasta con cabeza y, sobre todo, reserva el mejor regalo para ese "niño" que vino al mundo para ser tu salvación.
Sabemos que son días de trasnochar y dormir poco, hazlo con cabeza y, tal como comentábamos al iniciar el Adviento, mantente en vela. Dios está más cerca de ti de lo que imaginas. Permanece atento, ten cuidado, no sea que pase por tu lado y tu ceguera haga que no lo veas. Muéstrate sencillo, humilde y austero, abre tu corazón a la llamada de Dios. Lleva su voz por el mundo y, como propósito de año nuevo, márcate el objetivo de ser un poco mejor.
¿Quieres algún consejo? Pon en práctica todo lo que puedas de la bonita letra de esta canción titulada "Hay que sembrar en Navidad":
Despierta de un grito tu alma dormida y ayuda al que sufre a tu alrededor.
Enciende una estrella donde haya penumbras, abriendo tu puerta a quien pida amor.
Hay que alegrar la mirada de un niño, con Reyes de Oriente, con una canción. [...] Comparte algo tuyo con quien tenga menos; Palabras, consuelo, calor y amistad.
Ayuda al perdido a hallar su camino y saca a ese joven de la oscuridad.
Olvida rencores, y viejas heridas, y llena la vida de aromas de paz.
[...]
Y, por si quieres escucharla, aquí te dejamos un vídeo que hemos encontrado.
¡Nos vemos el año que viene! ¡Qué el 2018 venga lleno de amor, fe, esperanza, caridad y todas esas cosas buenas que puedas imaginar!
Noviembre es un mes que puede parecer oscuro a los ojos de la sociedad actual. A pesar del calentamiento global al que nos enfrentamos, que está retrasando cada vez más la llegada del frío, es el momento en el que comienza a hacerse más patente la decrepitud natural. Los días ahora son más cortos, el sol calienta menos, los árboles van perdiendo sus hojas y parece que el mundo fuera a morir y paralizarse. Es habitual incluso que el ser humano en estas fechas se sienta también algo decaído y, no sabemos si para mitigar la nostalgia que provoca recordar tiempos mejores o creyendo que así se prepara para las fiestas que vendrán, paradójicamente, suelen ser fechas en las que mucha gente se echa a la calle.
Superado el siniestro
Halloween cada vez más personas quedan, inmediatamente después, inmersas en la "Navidad". ¿Es tu caso? ¡No te dejes arrastrar que todavía falta para el 25 de diciembre! Anímate mejor a empezar con buen pie el año litúrgico nuevo y a vivir de una forma diferente todo el tiempo de Adviento que nos preparará para ese especial acontecimiento.
Acabamos de pasar el
Black Friday (o weekend, o incluso la semana entera para muchos
negocios), está superado también el Cyber Monday y en el ambiente
parece que empiezan a respirarse altos niveles de cierto consumismo
desmedido y, dicho sea de paso, de contaminación también (y esto último no es únicamente
consecuencia de la escasez de lluvias que estamos viviendo sino que, igualmente, es, en parte, nuestra responsabilidad. Deberíamos
cuidar y amar más lo que un día Dios creó).
Pero, bueno, no venimos hoy a darte una clase de ecología ni tampoco a decirte que no consumas. Casi más bien lo contrario, queremos aprovechar la ocasión para invitarte a realizar un gasto moderado y justificado. Antes de comprar algo para ti piensa si lo necesitas. Si tu idea es hacer un regalo a otra persona busca algo que tenga un valor añadido. Tal vez, entre otras alternativas, una buena opción sea adquirir productos de Comercio Justo y... ¡estás de suerte! Ven estos días por el centro parroquial y echa un vistazo a lo que te ofrecemos en la habitual campaña de navidad que organiza nuestro grupo de Solidaridad con el Tercer Mundo.
Por otro lado también vamos a aprovechar esta publicación para agradecer la participación y solidaridad de todos los que se acercaron hasta el 8º evento solidario a favor de Project Acchieve. Sabemos que la comida tuvo mucho reclamo y que prácticamente se agotó todo; que la mesa de la escritora Patricia Asedegbega vendió todos los libros publicados para la ocasión; y que, también, el mercadillo y las subastas tuvieron mejor aceptación que el año pasado. Seguro que la asociación de mujeres extranjeras casadas con nigerianos "Nigerwives" se alegrarán al recibir la cantidad recaudada este año. Los algo más de 4500€ que se recogieron serán una importante ayuda que mantendrá activo ese centro escolar para niños con necesidades especiales en Warri
(Nigeria). ¡Ojalá en 2018 se puedan alcanzar los 5000€!
Y así, hablando de cifras y donativos, nos estamos acordando de algunas lecturas de este mes. Se nos viene a la cabeza el reciente Evangelio según San Lucas (21, 1-4) en el que una pobre viuda dona los dos reales que tiene para vivir. Compartir lo que te sobra con los demás está muy bien pero no es eso lo que el Señor te pide. Tampoco quiere que te quedes pasando hambre, ni que regales todo lo que posees, no, no es eso, lo que espera de ti es algo más profundo. Quiere que te entregues completamente a Él, que le tiendas tu mano y pruebes a ir dándole, poco a poco, tu confianza.
Y que, como hizo Jesús por cada uno de nosotros, todo lo que tú hagas sea siempre buscando el mayor beneficio del que tienes al lado más que el tuyo propio. De nada servirá que poseas la mayor riqueza del mundo, ni que tu vida aparentemente resulte perfecta porque si sacas a Dios de ella lo habrás perdido todo.
¿Eres cristiano? ¿Estás bautizado? Pues si es así, te guste o no, deberías ser una persona menos preocupada por lo material y más por lo espiritual. El bautismo te hizo hijo de Dios y por eso mismo el fin es caminar por el mundo mirándolo a Él y no a tu ombligo. Parece que hoy en día diera miedo todo lo que huele a fe, lo que implique creer en Dios y lo que la Iglesia enseña, pero tener la valentía de dar ese primer paso para intentar descubrir las bondades y la inmensa misericordia del Señor puede cambiar tu vida. Y es más fácil de lo que imaginas (si no leíste en su momento la publicación Creciendo con fe te recomendamos que la eches un vistazo ahora).
Si crees que la felicidad se consigue gastando y acumulando... ¡mala señal! No se trata de perseguir el éxito personal
más que el global, ni de creer que cada acto que realizamos tiene que ir
dirigido a conseguir la propia autosatisfacción. No, volvemos a repetirlo, no es eso. Puede que pienses que no estás haciendo las cosas mal, o que incluso te arriesgues a justificar todo lo que haces, pero lo que deberías preguntarte es ¿estoy haciendo todo el bien que puedo? A un cristiano no debería valerle seguir a la masa ni decir "esto es normal, todo el mundo lo hace". No pierdas el punto de referencia, que es Cristo Rey, y sigue su ejemplo. Su corona fue de espinas, su trono una cruz y su valor cumplir la voluntad de Dios para ser nuestra salvación. Y todo ello sin necesidad, gratuitamente y por amor. La vida del que sirve siempre resulta más llena que la de aquel que es servido. Da más alegría entregar que recibir. Así que... no te olvides de poner en práctica, con la mayor frecuencia que te sea posible, las obras de misericordia.
En definitiva sé mejor una oveja libre dentro del rebaño de la Iglesia que una cabra loca perdida en el mundo. Ya lo dijo Jesús:
"Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." (Mateo 25, 34-36)
Y haz todo esto con la ilusión de estar amando al mundo y a Dios, a la vez que con la humildad suficiente para no llenarte de orgullo buscando tu propio reconocimiento. Hoy,
con esta publicación, queremos que hagas una pausa y reflexiones sobre las siguientes preguntas: ¿Sabes que
todos los cristianos estamos llamados a ser Santos? ¿Cómo vives tú ese
camino hacia la santidad? Si te perdiste esa misa y su evangelio, que hablaba de talentos de plata pero iba mucho más allá, te vamos a contar resumidamente qué puedes hacer para seguir esa senda:
Dios quiere que saques partido a tus talentos y éstos no han de ser cualidades especiales que únicamente poseen unos cuantos elegidos. Insistimos... no, no es eso. Tampoco intentes escurrir el bulto diciendo que tú no tienes nada que ofrecer. Eso no es verdad. Lo que el Señor quiere es que cultives tus virtudes naturales y, por ejemplo, mires la vida como un regalo que Él te hace cada mañana. De hecho será el mejor regalo de todos los que puedas recibir. Y le gustaría que vivieras con fe, arriesgando, y amando todo lo que puedas porque ese talento, no tienes excusas, lo tenemos todos. Cualquier pequeña acción puede tener un precio inestimable, no te subestimes y si notas que te falta seguridad pon tu mirada en esa mujer fuerte y virtuosa que se elogia en los proverbios (31, 10-31) o en esa otra, Virgen fiel y Madre del Salvador, a la que tanto te puede recordar. Esfuérzate este mes que va a comenzar y preocúpate no solamente de dar a los demás sino también de dejarte tocar por Dios. No importa que llegues a Él con las manos vacías y con un oscuro pasado, su misericordia es infinitva y le basta con que lo intentes pero a veces eso es lo difícil... ¡hay que intentarlo!
Santo no es el que no cae nunca sino el que siempre se levanta. Recuerda que la confesión es esa lavadora que Dios pone a tu servicio para limpiar tus pecados (ya te hablamos de la reconciliación aquí). Así que, suponemos que ya lo sabes pero te lo recordarmos: el Señor te está esperando, no hay cosa que más desee que reencontrase contigo y formar un fantástico equipo que luche por hacer el mundo un poco mejor. Levanta la
vista y sigue adelante, vas a encontrar motivos varios para ver la luz y no caer en el
letargo. Que tu objetivo estos días sea gastar y gastar pero todo el bien y el amor que llevas dentro. Alegrarás a los demás y tu vida tendrá más sentido.
Nos vemos en unas semanas para celebrar, entonces sí, una feliz navidad.
¿Estabas echando de menos nuestra publicación mensual? Normal, venimos con unos días de retraso... ¡esperamos que no lo tengas en cuenta, lo importante es que ya estamos aquí!
En el mes de septiembre te hablábamos sobre el perdón (puedes leer aquí la entrada) y te comentábamos que retomaríamos el tema. Así que, para no dilatarnos más, vamos a seguir hablando de ello en esta ocasión. Nos despedimos rezando el Padrenuestro y con una nueva meditación sobre él hemos vuelto. ¿Por qué? Porque es la oración por excelencia de todo cristiano y la que nos propone el Evangelio (Mateo 5, 9-15).
Sabemos que tenemos un mandamiento primordial que es Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como uno mismo. Y si te paras a pensar un poco no te costará darte cuenta de que esto lleva implícita otra importante tarea: perdonar. Y eso mismo es lo que le pedimos a Dios cada vez que rezamos con la oración que Él nos enseñó:
"perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden"
Y Mateo advierte en los dos últimos versículos arriba citados:
"Porque si vosotros perdonáis a los demás el mal que os hayan hecho, también os perdonará a vosotros vuestro Padre celestial.
Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros pecados".
¿Te das cuenta de lo que supone una reconciliación? ¿Eres consciente de lo que implica? Es tener siempre abierta la puerta de la esperanza. Si quieres verlo de manera más gráfica, a través del arte, te animamos a que, antes del 12 de noviembre, realices una escapada hasta la ciudad de Cuéllar y visites la exposición de las Edades del Hombre.
Reconciliare, que es el título y temática de este año, se ha estructurado en torno a un preámbulo y cuatro capítulos distribuidos, en tres iglesias de la pequeña y bella localidad segoviana, de la siguiente manera:
Iglesia de San Andrés (Preámbulo y Capítulo I)
Iglesia de San Martín (Capítulos II y III)
Iglesia de San Esteban (Capítulo IV)
Comienza el recorrido con un audiovisual sobre el caos del que se originó el mundo y el desorden que hoy día también tenemos en la sociedad actual. Continúa intentando encontrar sentido a toda esta desorganización y para ello nos propone una mirada a las primeras
páginas de la Biblia (al libro del Génesis). Podrás ver que ya desde los inicios se encuentra un Dios misericordioso que siempre da una nueva oportunidad, a pesar de la tendencia del ser humano a pecar y a crear fricciones y divisiones.
En la iglesia de San Martín te encontrarás con la historia de la liberación de Israel, narrada en el Éxodo, en la que las proezas del Señor son contempladas, en esta ocasión, a través de los versos del salmo 78 (con Moises y David como principales protagonistas). Esta segunda parada de la exposición recuerda que todo lo mostrado forma parte de algo más grande que culminaría con la llegada de Jesús, fruto bendito del vientre de la Virgen María, de quien podrás contemplar algunas esculturas.
El tercer capítulo, que ya comienza a adentrarse en las páginas del Nuevo Testamento, te mostrará a ese Dios que siempre deja lugar para el reencuentro, que constantemente invita a optar por el amor aunque muchas veces puedas preferir ignorar su opción. Sabemos que es muy fácil entrar en esos caminos sinuosos que te ponen en peligro y te hacen reaccionar con violencia, egoísmo, envidia, desazón... ¡por ello es importante que te pongas en las manos de Jesús en cuanto tu estabilidad se tambalee!
La exposición mira con esperanza el dolor y el sufrimiento y te invita a reflexionar sobre la siguiente cuestión: ¿Debemos reconciliarnos con Dios o entre nosotros los hombres con el objetivo de buscar una convivencia en armonía? Así, sin acercarte hasta Cuéllar, dinos... ¿tú qué opinas? Anímate a compartir tu opinión y déjanos un comentario con tu respuesta.
Jesús mismo se ha encargado de mostrarte que Dios siempre está dispuesto a recibirte y a redimirte. Su vida fue un ejemplo de entrega, de perdón, de liberación, de sanación, de verdadera justicia y, sobre todo, de puro amor. Y eso es lo que se pide que hagamos: AMAR. Él fue una muestra viva de la inmensa misericordia del Padre hacia nosotros y aún hoy su Santo Espíritu sigue manifestándose en la vida de mucha gente, tal como nos invita a descubrir la última parada de la exposición.
El hombre fue creado para compartir con los demás el cariño que guarda su corazón. ¿Por qué? Porque en su naturaleza va implícita la búsqueda de la felicidad y no hay mayor placer, ni cosa que dé mayor paz y alegría, que hacer el bien.
Es cierto que si miras a tu alrededor lo que más vas a encontrar son noticias trágicas, gente que se siente desolada, historias que esconden grandes fracasos, orgullos rotos y muchas esperanzas desvanecidas. Y a veces puede parecer que estuviésemos obligados a vivir en un mundo amargo cuando no es así. No se trata de mirar lo que hacen los demás y juzgarlos o criticarlos. Tampoco de menospreciar al que tenemos al lado si piensa o actúa de manera diferente a la nuestra, ni si no entendemos su forma de luchar por un mundo mejor y más feliz. No es cuestión de sentirnos el ombligo del mundo y creernos un ejemplo para los demás porque estaríamos cayendo en el pecado de la soberbia. En esta ocasión queremos proponerte algo muy sencillo... ¿por qué no pruebas durante el mes de noviembre a intentar ser más generoso, a levantar la mirada, a observar, escuchar y ayudar a aquel que lo necesite? Si hace falta pon tu vista en lo más alto, pide ayuda, y pregunta antes de hacer nada ¿Señor, cuál es tu voluntad? Cada noche antes de acostarte revisa tus actos y anota en un papel aquellos que te gustaría mejorar. Y si ves que pasa el tiempo y no lo consigues no te entristezcas porque en
ese estado, al igual que si guardas rencor o preocupación por algo, no
podrás amar. Si sientes que tus fuerzas flaquean no olvides que Dios
siempre tiene un plan B del que ya te hemos hablado bastante:
Reconciliación.
O, lo que es lo mismo, el sacramento de la Penitencia (o confesión para que nos entendamos). Si estás recién aterrizado y te cuestionas qué es. Te lo explicamos:
Resumiendo mucho, mucho, mucho... la penitencia es el sacramento por el que un sacerdote perdona tus pecados. San Juan Pablo II, en su exhortación apostólica post-sinodal Reconciliatio et Paenitentia, dice que la penitencia es "cambiar la vida en coherencia con el cambio de corazón" y va de la mano de la reconciliación porque "reconciliarse con Dios, consigo mismo y con los demás presupone superar la ruptura radical que es el pecado, lo cual se realiza solamente a través de la transformación interior o conversión".
Un cristiano debe caminar siempre hacia la santidad. Y a la vez debemos ser muy conscientes de que conseguirlo no está en nuestras manos sino que es, ante todo, un don misericordioso de Dios al hombre.
El primer paso para tu conversión es sentirte pecador y reconocer que no eres todo lo perfecto que te gustaría. Revisa tu vida, busca qué es lo que no has hecho del todo bien y después trabaja el segundo paso. Responde con sinceridad: ¿te hubiera gustado hacerlo mejor? Si la respuesta es sí ¡enhorabuena, eso es señal de arrepentimiento! Si no encuentras nada malo, raro, rezaremos por ti porque sabemos que, aunque tú no quieras saber nada de él, el Señor te quiere. ¿Te preguntas qué viene ahora? Otra cuestión: ¿te gustaría hacerlo mejor la próxima vez? ¿Vas a intentar no repetir el mismo fallo? Si tienes ganas de mejorar es que hay propósito de enmienda y estás a punto de llegar al final. Querer perfeccionar lo realizado es querer obedecer a Dios y la mejor forma de coger fuerza para continuar es acudir a pedirle perdón, a sentirte perdonado y solicitar su ayuda que te aseguramos, aunque a su manera y en sus tiempos, llegará. Es cuestión de confiar en Él, de no perder la fe.
¿Conoces la
parábola del hijo pródigo? Si es que sí... ¡genial, ya sabes de qué va!
Si es que no... la referencia, por si te apetece
leerla, es Lucas 15, 11-32. Y si eres de los que prefieren que se lo cuenten, que siempre es
mucho mejor porque te la podrán explicar, te invitamos a que te
acerques a algún sacerdote y le preguntes si te puede
hablar de ella.
Nos vamos a ir despidiendo, esta vez no hasta el mes que viene porque esperamos regresar a finales del presente, pero nos alegraría si antes de ese día te animas a reencontrarte con el Señor. En nuestra parroquia puedes confesar antes de las misas, los jueves de 12:30 a 14h (día en el que Jesús Sacramentado también está esperando que lo visites) o siempre que lo solicites y acuerdes una cita con el sacerdorte. ¡Experimenta la misericordia de Dios y descubre cuánta paz te puede dar! Y no lo decimos nosotros... ¡lo dice el Papa!
Da gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia, porque nos ha permitido ir retomando las actividades un curso más, porque ha querido que volviésemos a escribir por aquí y, sobre todo, porque te quiere tanto que te mantiene con vida en este momento para que, justo ahora, estés leyendo nuestra publicación.
¿Qué tal te ha ido el verano? ¿Has sido feliz? ¿Has podido descansar? Si es que sí... ¡no alegramos enormemente! Si por el contrario crees que podría haber sido mejor no te desanimes. Hoy vamos a proponerte varias cosas, para ir olvidando los sinsabores estivales, y hablarte de algo muy importante, para borrar las penas, que además ha sido un tema recurrente este mes: el perdón.
En primer lugar queremos avisarte de que ya se está preparando una nueva edición de Alpha y nos alegraría enormemente contar con tu presencia (real y no a través de la pantalla). ¿Qué es eso de Alpha? Una actividad que cada año organizamos, con todo nuestro cariño, y que te permitirá descubrir en qué estado tienes la fe, reflexionar sobre los motivos por los que la tienes y empezar a entrenarla. Si no sabes qué es echa un vistazo a este post antes de seguir. ¡Ah! Sabemos que mucha gente, desconocemos si tú eres de esas personas, piensa que todo lo que hacemos en la iglesia es porque queremos captar a la gente o algo así. No vamos a negar que lo puede parecer pero sí que te aseguramos que no es lo que buscamos. Aquí nunca obligamos a quedarse a nadie, eres tú quien elige lo que quiere hacer; no nos enfadamos si vienes un día y más tarde decides no volver (por el motivo que sea, no tienes la obligación de dar explicaciones); y en cambio sí que nos da la vida, y creemos que te la puede dar a ti también, cuando el Señor nos deja hacer (o nos entrega) algún regalo. Y Alpha es eso justamente: el regalo que queremos darte y el que tú nos devuelves al participar. Te invitamos a conocer gente, a cenar, a charlar y a experimentar algo que, en los tiempos que corren, únicamente es apto para valientes. ¿Qué dirán tus amistades si se enteran de que estás pensando venir al centro parroquial? ¡Atrévete a comprobarlo! O, mejor, reta a tus colegas también y veniros juntos a cenar y a comprobar en primera persona lo que hacemos en Alpha. Luego, si te apetece, hasta podrás juzgarnos libremente sin que nadie pueda decirte "hablas sin saber". ¿Cuándo es la cita? El próximo día 5 de octubre a las 20:30h. Te dejamos por aquí la invitación con más información. Avísanos con un comentario si quieres que te reservemos la plaza o, si lo prefieres, contacta con nosotros en el teléfono 619 773 971 (puedes mandar un WhatsApp).
Si crees que Alpha no es lo tuyo, si lo has probado y no has encontrado lo que buscabas, si te sientes vacío y andas tan perdido en la vida que ya no sabes cuál es tu camino... queremos proponerte otro plan. Ven a conocer nuestro grupo de oración de los lunes por la tarde (de 17:30 a 19:30h). Podemos respetar que todavía no te veas preparado y no te atrevas a acudir a la Santa Misa pero... si no te alimentas ¿crees que podrás sobrevivir también sin respirar? La oración es aire fresco para tu espíritu, ¡ventila con ella tu vida!, y seguro que, si coges el hábito, empezarás a sentirte mucho mejor. Y, ojo, que por hábito nos referimos al significado de hacer algo rutinario. No creas que vamos a vestirte de manera especial, ni vamos a encerrarte en ningún convento. Eso, si acaso, Dios proveerá y tú lo verás (y nosotros contigo si nos avisas).
Por otro lado, si no quieres compromisos, si prefieres algo que no esté sujeto a horarios estrictos, si eres de esas personas a las que, cuando viajan por ahí, les gusta asomarse a las iglesias para descubrir qué esconden... ¡te lo vamos a poner muy fácil esta vez! ¡Tienes que venir algún jueves a nuestra parroquia! ¡Jesús Sacramentado te espera! Él es lo más importante, y lo que todas las iglesias tenemos en común, aunque a veces no todo el mundo se da cuenta. Ven a su encuentro antes de las 18:30h y no te asustes que, salvo que llegues entre las 12h y las 12:30h, lo que te ofrecemos es un lugar de silencio, descanso, encuentro y paz. Un espacio para meditar y pasar un ratito con la mejor compañía. ¡Ah! Si el "ladrón", que allí tenemos encerrado, se hace con tu corazón, busca al "policia" del confesionario, te ayudará a tener con él una bonita reconciliación.
Y ahora sí, así, hablando de
conciliaciones, de restituciones o reencuentros, vemos que le está
llegando el momento al perdón. El tema es amplio y seguro que lo retomamos pero, en esta ocasión, seremos breves
porque no queremos que la entrada se extienda demasiado.
Perdonar es, como buen quitapenas, lo que nos va a ayudar a cambiar esa conducta negativa que se activa en nosotros cuando alguien, o algo, nos hace daño. Es verdad que te va a proporcionar un sentimiento mucho más gratificante que el del rencor; pero también es cierto que no es una tarea fácil de realizar
porque conlleva una gran implicación personal. Pedir
perdón, tanto como perdonar, es hacer un acto de humillación, nos obliga
a rebajarnos y mostrarnos más humildes, exige generosidad y requiere
mucho AMOR.
Vaya, que resulta casi más sencillo empezar antes a hacer otras cosas como, por ejemplo, acudir a misa los domingos. ¡Piénsatelo si todavía
no lo haces!
Perdonar requiere compromiso por tu parte y determinación, se necesita tiempo y dar los siguientes pasos:
Reconocer que se ha sufrido un dolor pero dejar de quejarte por lo ocurrido y de analizar si fue justo o no.
Coger
distancia para intentar ver, de la forma más objetiva posible, los
motivos que llevaron a originar ese malestar. Es el momento de intentar
empatizar con el otro o de buscar en nuestro interior la causa del sufrimiento.
Dejar de dar vueltas al daño recibido y de tener
malos pensamientos hacia quien lo provocó.
Intentar aceptar la situación
actual y, en la medida de lo posible, ir recuperando la confianza.
Como puedes ver no
vale decir "te perdono" o "me perdono", que puede llegar a ser más
complejo, sin más. No, no
eso. Perdonar tampoco implica que tengas que olvidar lo que ha pasado y hacerlo no te asegura que todo vaya a volver a ser como antes porque, entre humanos, puede haber perdón sin reconciliación. ¿Sabes qué? ¡Hay que ser muy fuerte para poder perdonar! Por eso necesitamos a alguien de quien copiar. ¡Dios!
Si ves que te cuesta perdonar tal vez te interese leer este libro y, por supuesto, no dudes en volver a asomarte y recordar las lecturas del XXIV Domingo de Ordinario (Ciclo A),
del pasado día 17 de septiembre y meditar con ellas. No seas egoísta, no te llenes de
soberbia, y si ves que no eres capaz da un paso atrás para luego intentarlo de nuevo, persevera. No seas un siervo despiadado, nunca niegues a otro tu perdón porque su práctica te une a Dios. Confia en Él, siempre va a perdonar más
que tú y te acogerá con una misericordia permanente a pesar de tus defectos. ¡Sigue su ejemplo! ¿Abrirás tu corazón? ¡Pídele que así sea! ¡Perdona
y serás perdonado!
¿Nos echabas de menos? ¿Te has quedado esperando unas publicaciones que no han llegado? Antes de nada queremos pedirte disculpas por nuestro silencio bloguero y por la ausencia de nuestra publicación del mes de mayo, así como por el retraso en la de junio que llega ahora. Sentimos publicar tan tarde pero el Señor nos tuvo otros planes preparados y no quiso que nos sentásemos a escribir. ¡Qué bien que hoy estemos de suerte! Hoy es el día, hoy nos regala este agradable ratito de reflexión y redacción que siempre nos hace crecer. Esperamos que tu sensación al leernos sea la misma.
¿Y sobre qué vamos a meditar en este post? Pues de un tema que nos quita la Cruz de encima y, a cambio, nos ahoga con el serrín en el que la convertimos; de un asunto que evidencia que así no amamos al prójimo como debemos y que, sin que nos demos cuenta, levanta altas y extensas barreras entre nosotros. ¿De qué hablamos? De la murmuración.
Murmurar, según el diccionario de la RAE, significa "hablar entre dientes, manifestando queja o disgusto por algo", "conversar en perjuicio de un ausente, censurando sus acciones". Y a veces esto nos resulta más fácil de lo que imaginamos, tanto que a menudo nos sale de forma casi inconsciente.
En la página de la Santa Sede hemos encontramos un breve pero interesante documento, que si no lo conoces te invitamos a leer, en el que el Papa Francisco aborda este tema y del que hemos extraído nuestras citas. El Sumo Pontífice comentaba en él la carta a Timoteo (1, 1-2.12-14) y el Evangelio de Lucas (6, 39-42). Nosotros, en cambio, hemos querido quedarnos recordando el Evangelio de Mateo (7, 1-5) del pasado lunes, 26 de Junio.
En él Dios también deja muy claro su mensaje: ¡No debemos juzgar! Hacerlo nos convierte en seres despreciables. Con frecuencia vemos el defecto de la persona que está a nuestro lado y fácilmente criticamos a quien se ha equivocado. Sin embargo, rara vez miramos nuestro ombligo antes de hablar para descubrir nuestras miserias, que también las tenemos. ¿Y qué ocurre cuando se cambian los papeles? ¿Te agrada saber que hay gente que habla mal de ti? Seguramente no y posiblemente tu reacción cuando te enteres venga acompañada de un enfado, reproches hacia esa persona y quién sabe si hasta de algún acto violento. Por favor, no es sencillo pero intentemos frenar de manera individual esa espiral poco saludable que acompaña al enjuiciamiento. Seamos más generosos e intentemos perdonar aunque duela rebajarse.
"Juzgar los defectos de los demás, es contrario a la mansedumbre, a la humildad de la que habla el Señor"
(Papa Francisco)
En nuestra parroquia no estamos a salvo de este problema y por eso hemos querido dedicarle una líneas al asunto. Sabemos que el año es largo, que pasamos mucho tiempo juntos, que somos diferentes y que, por ello, las fricciones entre nosotros a veces se vuelven inevitables. ¡Menos mal que siempre estamos a tiempo de buscar una solución! ¿Te animas a probar? Vamos a intentar llevar a cabo lo que te contamos a continuación:
Aprovecha este verano, momento en el que cesan muchas actividades, y disfruta de unos días de descanso para que el amor de Dios, vivido desde otra perspectiva, pueda cicatrizar tus heridas; no seas rencoroso con aquello que (o con quien) te haya causado algún malestar; haz la vista gorda ante lo que te incomoda; recarga las pilas y vuelve en septiembre a tu centro parroquial habitual, lleno de alegría, para seguir haciendo comunidad. Si no eres capaz... habla con tu sacerdote que él te podrá orientar o aconsejar. ¡Ah! Y, sobre todo, no te dejes arrastrar por la rabia o el desconsuelo que pueden hacer que este verano, ayudado por las altas temperaturas que dicen que regresan en breve, se conviertan en tu infierno particular. Aprovecha y sal pero no solamente de vacaciones sino también a buscar la misericordia de Dios, que es grande.
Haz todo el bien que puedas, pon más amor a tu vida y así el criticar, como el frotar de aquel anuncio, se va a acabar. Nunca olvides esto y evita un tropiezo porque...
"Las murmuraciones matan igual y más que las armas."
(Papa Francisco)
¿Te inspira mejor alguna otra cita o lectura? ¿Tienes tú algún otro documento o vídeo (que sabemos que hay muchos) sobre el chismorreo? ¡Deja un comentario y comparte con nosotros la referencia, un link o un resumen del mensaje! ¡Cuéntanos también tu opinión! ¿Por qué no? No te dé vergüenza, ya has visto que por aquí somos tan imperfectos como tú.
Nos vemos, si el Pastor Divino quiere, a finales de septiembre para contarte qué tal el comienzo de curso y todas las novedades que tengamos. ¡Feliz verano y qué Dios te bendiga!
En este mes de abril, en el que hemos rememorado la Pasión de Jesús y, sobre todo, hemos celebrado el inicio del tiempo Pascual, es cuando los cristianos debemos aprovechar para renovarnos, para cambiar nuestros hábitos e intentar mejorarlos. Es el momento de buscar una nueva forma de vida llena de Luz, de que inicies (reinicies o continúes) tu propio camino de fe, de intentar mantener la esperanza y de practicar la caridad.
La caridad debería ser la principal virtud de un cristiano. ¿Se puede pedir algo mejor que amar a Dios por encima de todas las cosas y al prójimo como a uno mismo? Jesús murió en la Cruz para salvarnos del pecado (incluido tú) y resucitó para que su Espíritu Santo habitara entre nosotros. Y con ese ánimo, con aliento de santidad y el valor suficiente, cada uno de nosotros, deberíamos derrochar esfuerzos por intentar ser mejores personas y, entre todos, algún día crear un mundo ideal. La realidad, sin embargo, es que actualmente formamos parte de una sociedad cada vez más egoísta. Las clases dirigentes no cesan de hablar sobre la globalización; pero sus acciones, con frecuencia, lo único que consiguen evidenciar es un claro interés particular, vacío de valores humanos, poco honestos y ajenos a la utópica igualdad que deberíamos perseguir. ¿Y a nivel individual? ¿Cuánto de solidarios somos con el sufrimiento ajeno? Seguramente, en más de una ocasión, muy poco. La sombra que arrastra el deseo permanente de mejorar nuestro estatus no anda lejos y eso hace que, a veces, giremos la mirada ante alguien que necesita nuestra ayuda si nuestra acción nos va a hacer salir de la zona de confort.
¿Crees que ese hubiera sido el modo de actuar de Jesús? De la caridad Él hizo el mandamiento nuevo: "que os améis unos a otros como yo os he amado". El Señor pide que te entregues, y que lo hagas de corazón, incluso con aquellos que te hacen daño; que te acerques al que está más lejos, que no te olvides de indefensos ni de los pobres. Y tal vez tú te preguntes... ¿acaso puedo hacer yo algo por esos pobres que andan lejos? ¡Siempre tienes alguna oportunidad! Nosotros desde aquí te invitamos a que, en estos días, te acerques hasta nuestro centro parroquial a conocer al grupo de Solidaridad con el Tercer Mundo. Hasta el próximo 30 de abril te esperan en una de las habituales campañas de Comercio Justo ¿te vas a quedar sin colaborar?
San Pablo describe la caridad, a la que llama amor, y de ella nos dice que: es paciente y servicial. No se alegra de la injusticia sino que encuentra su gozo en la verdad; es carente de toda envidia y busca siempre el interés ajeno mejor que el propio. Disculpa y confía sin límites. ¡Haz todo el bien que puedas! La caridad es la virtud más grande que permanece junto a la fe y la esperanza. Mantén las tres a raya y conseguirás ejercitar la capacidad humana de amar hasta unos límites que seguramente todavía desconoces. Para ello, antes de despedirnos, queremos proponerte una cosa: prueba a ser más generoso contigo mismo, con los demás y con el Señor aunque no resulte fácil. ¡Quiérete, quiere, quiérele! ¡Disfruta de la alegría y la paz que esa experiencia te reportará! La caridad suscita la reciprocidad, es siempre desinteresada y generosa, es amistad y comunión.
Seguramente empezaste el año con muchos retos y es posible que alguno se te haya quedado por el camino. Nosotros teníamos uno importante y de momento lo mantenemos: seguir contigo, mes a mes, compartiendo experiencias, despertando incertidumbres y poniendo a tu disposición algunas reflexiones que nos hacemos sobre temas cercanos al Señor. Y por eso estamos aquí de nuevo.
Esperamos que la vida te esté sonriendo pero... si sientes justo lo contrario... ¡no te desanimes y sigue leyendo!
¿Comenzaste a entrenar tu fe? ¿Cómo lo llevas? Ya te avisamos en la última publicación (si te la perdiste puedes leerla haciendo click aquí) de que no sería una tarea fácil y que te ayudarían a alcanzar tu objetivo la oración y los dones que nos proporciona el Espíritu Santo. Además, hay también otra virtud fundamental que no debemos, ni queremos, dejar pasar por alto y a la que vamos a dedicarle esta publicación. ¡Verás que esperanzador!
Hablar de la Esperanza es adentrarnos a conocer ese estado en el que uno vive sin dejar de ver aquello a lo que aspira como algo alcanzable. En el catecismo (art. 1817) se nos define como “una virtud teologal, por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra". Es una disposición habitual y firme de hacer el bien; que tiene como origen, motivo y objeto a Dios; y que se sostiene en la fe y en la confianza.
Con frecuencia en nuestra sociedad es algo habitual ver a gente que únicamente confía en sus fuerzas y capacidades para sortear las dificultades y contratiempos del caminar diario. Y esto, cuando los problemas son demasiado grandes o complejos, tiene un recorrido muy corto que nos acaba conduciendo a la rabia, la impotencia, la decepción y la oscuridad si no conseguimos sobreponernos. Si eres de esos que se encuentran abatidos, que sienten que ya no pueden con su vida y que, cada vez, su panorama les parece más negro, queremos proponerte una reflexión. ¿Qué ocurriría si decidieras dar una oportunidad a Dios, si por una vez confiaras en su fuerza y su poder? No pierdes nada por probar. ¡Experimenta la esperanza cristiana que hoy te queremos dar a conocer!
Por ponerte un ejemplo...
Imagina que deseas tener un novio o una novia, que te toque la lotería, encontrar un trabajo o cualquier cosa que te traigas entre manos en estos momentos y quieras conseguir. Por la esperanza humana pondrás todo tu empeño y usarás todas tus habilidades para lograr ese objetivo. Sin embargo, por la esperanza cristiana harás lo mismo con la certeza de que si está en el plan de Dios para tu vida, así sucederá; pero si no sucede, creerás firmemente que Dios tiene otro camino para ti, que te hará sentir una persona igual de plena y completamente realizada. La esperanza humana se agota en nosotros y en nuestras fuerzas, mientras que en la esperanza cristina se proyecta la eternidad bajo el poder del Espíritu Santo y la certeza de que Dios nunca nos abandona y de que dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman (Rom,.8,28).
Te recomendamos leer las catequesis del Papa Francisco sobre la esperanza cristiana. En ellas se nos presenta una esperanza basada en la certeza del “yo espero, porque Dios está junto a mi... Yo espero, tengo esperanza, porque Dios camina conmigo. Camina y me lleva de la mano. ¡Dios no nos deja solos!”. ¿Cuántas veces a lo largo de nuestra vida nos sentimos solos y desesperados porque nos hemos olvidado que Dios camina a nuestro lado? ¿Qué tragedia tenemos en nuestra vida que somos incapaces de superar? Lo que realmente nos pasa es que hemos perdido nuestra confianza en Dios, hemos perdido la certeza de “estar en camino con Cristo”.
¿Cómo está tu corazón? ¿De qué está lleno? ¿De ilusiones? ¿De agobios? ¿De ansiedades y estrés? “Quien confía en sus propias seguridades, sobre todo materiales, no espera la salvación de Dios... La esperanza cristina se expresa en la alabanza y en el agradecimiento a Dios que ha inaugurado su Reino de amor, de justicia y de paz”.
Si tienes curiosidad y quieres saber más puedes descargarte gratuitamente los textos del Sumo Pontífice en su página web. Estas catequesis sobre la esperanza comenzaron a publicarse el 7 de diciembre y nosotros, a modo de aperitivo espiritual, te dejamos por aquí el enlace a la que publicó el pasado 1 de marzo con motivo del inicio de la Cuaresma:
Para aprender a esperar y para no desesperar. Nos impide caer en el desánimo aunque atravesemos situaciones de dolor y dificultad. La esperanza nos empuja al encuentro con Dios que renueva nuestro hombre interior. Por la confianza en Dios sabemos que todo está en sus manos providentes, aunque no entendamos. Por la esperanza seguimos caminando con la certeza de que se nos mostrarán caminos luminosos para nuestra vida o para la vida de los que amamos, aunque caminemos en penumbra o angustia en el tiempo presente. En este sentido, María es ejemplo de fortaleza en el dolor que, después de contemplar el terrible sacrificio en la cruz de su hijo amado, no se desespera y continúa confiando hasta el punto de acompañar a los apóstoles en la nueva misión de la Iglesia.
Para ayudarnos a no temer la adversidad. No debemos tener miedo de las dificultades ya que son ellas las que nos hacen sentirnos frágiles y débiles y nos empujan a aferrarnos a Dios en todo momento. En Dios hallamos la fuerza y la motivación para perseverar en la virtud, y esto es lo que fortalece nuestra vida interior y nuestra esperanza. Experimentar el amor de Dios es clave para no desfallecer: si Él nos ama, ¿cómo no va a desear en todo momento nuestro bien y nuestra plenitud aunque nos cueste verlo en medio de nuestra dificultad?
¿Cómo alimentar la esperanza?
No hay otro camino: la esperanza se alimenta de la intimidad con Dios. Cuando hay intimidad con Dios, crece la esperanza y cuando hay esperanza, crecen la alegría y la paz. Dios nos invita a intimar con Él:
A través de la oración. La esperanza no es una actitud pasiva sino que va totalmente unida a una vida perseverante de oración. Es la intimidad con Dios lo que te hará esperar porque estando cerca de Él podemos esperarlo todo. Si no hay esa intimidad, volvemos a la esperanza humana que pone su confianza en las propias fuerzas o en el azar.
A través de la Palabra. La Palabra nos revela la alianza de amor que Dios hace con el hombre a lo largo de toda la historia de la humanidad. Si Dios ha estado siempre cerca del hombre a pesar de la reiterada infidelidad y maldad de éste, ¿cómo podemos pensar que no va a estar ahora igual con nosotros?
A través de los sacramentos. Dios se manifiesta en cada sacramento, se hace presente y real. Cada sacramento es una renovación de su amistad y de su entrega por cada uno de nosotros. En el sacramento recibirás una lluvia de bendiciones que te animará, te fortalecerá y te empujará a seguir caminando.
Por eso... camina, pasito a paso, camina sin parar, camina como un niño ilusionado, camina hacia el altar. Nunca dejes de leer, no pares de recitar:
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Y para terminar te proponemos que en "Israel" pongas tu nombre y digas:
“Espera Israel en el Señor, Espera Israel en el Señor, ahora y por siempre. Espera Israel en Dios”. Como dice el Papa... “la esperanza no defrauda".
¿Te apetece, antes de nada, volver a recordar nuestra primera publicación? Puedes leerla aquí.
¿Por qué te invitamos hoy a hacer esto? Pues es muy sencillo... ¡estamos de cumpleblog!
Hace justo un año, cuando febrero estaba a punto de terminar, decidimos dar un importante paso adelante y unirnos a las redes sociales con el objetivo de invitarte a descubrir el infinito Amor que Dios es capaz de darnos; de intentar enseñarte, poco a poco, todo lo que con Él tú también puedes hacer por los demás; y, por supuesto, de animarte a participar en nuestras actividades.
¡Él también quiere que te sumes a la fiesta!
Y así, para ir empezando la celebración, te proponemos que dediques cinco minutos a pensar y buscar respuesta a las siguientes preguntas. Luego, si quieres, puedes dejarnos un comentario con tu opinión.
¿Tú tienes fe? ¿Por qué?
En nuestra parroquia comenzamos a reflexionar sobre el tema después de ver este vídeo que a mediados de enero lanzó el padre Patxi Bronchalo y hoy traemos las conclusiones a las que hemos llegado.
Aprovechamos este espacio, antes de seguir, para dar las gracias públicamente a todos los que, anónima pero activamente, se han animado a dedicar un poco de su tiempo al blog de la parroquia (que somos todos). ¡Vuestra participación es una alegría, no sabéis el valor que tienen las reflexiones que generosamente habéis compartido! Y ahora, sí, al lío...
¿Qué es la fe?
La fe es esa virtud que nos ayuda a creer en la existencia de Dios, en la vida eterna y en todo lo que la Iglesia nos enseña. Es esa voluntaria disposición a pensar que lo que el Evangelio nos revela es verdad. Es saber aceptar dogmáticamente, entre otras cosas, lo siguiente:
el hecho de que Dios se hizo hombre.
que vino hasta nosotros encarnado en su hijo Jesucristo.
que murió, resucitando después, para salvarnos.
Y aceptar todo esto es muy bonito pero, a la vez, puede resultar difícil. ¡Qué nunca se venga abajo tu ánimo!
¿Por qué tengo fe?
Al católico que ha vivido la fe, como un pilar fundamental dentro de la familia, le resulta más sencillo caminar abrazado a sus creencias. Es algo que tiene interiorizado y que forma parte de su modo de vida. Ante la pregunta ¿tú tienes fe? responden un sí rotundo. Y cuando añades ese ¿por qué? te dicen que porque no entenderían su vida sin Dios y muestran su agradecimiento al Padre por ese regalo que les hace.
Cuando uno es católico por tradición, no practicante (o recientemente reconvertido), la respuesta ya no está tan clara. No saben bien qué es eso de la fe; creen en Dios pero tienen muchas dudas, miedos y, a veces, algunos prejuicios. Sabemos que cuesta comprender que alguien fuera capaz de sufrir tanto por ti, por mí, por nosotros... y tal vez por ello, para no sentirse culpables ni en deuda, en muchos casos optan por coger el camino fácil, que es negar esa locura de amor.
¿Cómo vivo la fe?
Pues cada uno a su manera, como Dios provee. ¿Acaso no son variadas también las razones por las que llegamos a tenerla? Eso sí, una vez que, libremente, tú también decidas que quieres ser una persona de fe ¿sabes qué te ayudará a entrenarla? La oración y los dones que nos proporciona el Espíritu Santo.
A través de la oración conoceremos la ciencia de Dios (su pensamiento), y meditando su mensaje nos llegará el don del entendimiento. Entonces, con sabiduría, podremos ver mejor lo que es bueno para nosotros. Se encenderá el deseo de transmitir a los demás lo aprehendido y, con nuestro comportamiento como principal ejemplo, intentaremos emitir siempre buenos consejos. Que de esa forma el Señor despierte en los demás las ganas de buscar el amor y la alegría que, gracias a Él, nosotros recibimos. ¿Y si alguien me dice que no tiene fe e intenta llevarme a su terreno y me siento en peligro? ¿Qué hacer? Con fortaleza seremos capaces de defender la fe cuando sintamos que intentan atacar nuestras creencias. Piadosamente pediremos al Señor que abra los ojos de los incrédulos y que, ya puestos, fruto de su misericordia, mantenga igualmente abiertos los nuestros porque Él ya sabe el temor filial que nos inspira.
La fe no es igual para todos y tú, tal vez, puede que todavía no sepas bien si la tienes. No esperes que hoy, aquí, te resolvamos todas las dudas. Semejante hazaña no está en nuestras manos pero, al menos, sí que podemos recomendarte que busques la cercanía de Dios porque Él es quien tiene la clave. ¡Dale un voto de confianza! Y aunque pueda ser tiempo de carnaval no hace falta que te disfraces. Para sentir la fe no es necesario ir de superhéroe, ni nada por el estilo, limítate a vivir con naturalidad buscando siempre hacer el bien porque... La fe es sencilla (tal como se titula la agradable lectura que te recomendamos de José Mª Avendaño, vicario general de nuestra diócesis).
¿Qué es para ti la fe? ¿Cómo la vives? ¿Quieres comenzar a entrenarla con nosotros?
Hace un mes celebrábamos la llegada de Jesús, ese hijo que María trajo al mundo, fruto del Padre, para que, junto a Él, aumentara nuestra alegría. Y resulta que muchos, quizá entre ellos tú, a veces lo ponen en duda porque solamente ven crecer las dificultades a su alrededor. No tengas miedo, confía y acércate a Dios. Hoy nada, ni nadie, te dará más luz y a mejor precio.
Cerca del Señor las cosas se ven más claras, o al menos de otra manera. Bajo su mirada todo es diferente. En esta semana, por ejemplo, seguro que no te han pasado inadvertidas las muchas críticas que se están lanzando por la subida de la tarifa eléctrica. La verdad es que, quizá, como consecuencia de ello muchas familias, que ya vivían con dificultades para llegar a final de mes, tendrán que ver ahora cómo empeora su situación. Y eso es una pena pero... ¿y si intentamos enfocarlo de forma optimista? ¿No puede ser este hecho una oportunidad que nos brinda el Señor para aprender a vivir de forma más sencilla? ¿Qué medidas crees que podríamos tomar para ahorrar en casa? Nosotros te proponemos una... ¡pasar menos tiempo en ella! Cumple tu misión. Ve con frecuencia a visitar a Dios, escucha su Palabra y descubre en tu parroquia el calor que te da la gente que acude hasta allí. Ni los sacerdotes ni los feligreses somos bichos raros sino personas igual que tú. Tal vez un poco frikis pero eso está bien porque nos hace estar a la moda. Somos buscadores del AMOR, así, en mayúsculas, de ese que te engancha y que es capaz de mover el mundo. No hay nada mejor que poder sentirse querido. ¿Verdad? Pues, ya sabes, a derrocharlo tú también y no te olvides de visitar a ese amigo para el que nunca encuentras el momento de quedar. Busca un rato para disfrutar de su compañía, ya sea sentados alrededor de una mesa, paseando por la ciudad, escapándoos a la naturaleza o, ¿por qué no?, acudiendo (si tu situación lo permite) a algún acto solidario como el que va a comenzar este sábado en nuestra ciudad.
¿Todavía no sabes que en unos días se inaugura el IV Encuentro de Teatro Solidario de Aranjuez? Todo lo que se recaude irá destinado a Cáritas para que se pueda seguir ayudando a las familias arancetanas más necesitadas. ¿Te lo vas a perder? ¡Pon tu semilla y cultiva la bondad!
Que no te ciegue nunca el afán de acumular bienes materiales y lucha por conseguir duraderos beneficios espirituales. ¿Cómo? Volviendo a salir de casa para difundir el mensaje de que Jesús nació para salvarnos y que su vida debe ser nuestro modelo a seguir. Da consejos al que necesite ayuda, enseña al que no sepa, perdona al que te ofenda y sufre con paciencia los defectos de los demás. Busca gente que se encuentre triste e intenta sacarlos una sonrisa que seguro que a ti también te llenará de felicidad. Después no te olvides de dar gracias por todo y rezar a ese Niño humilde, paciente Hijo y pacífico Padre hacia el que todos deberíamos mirar. ¡Qué brille en nosotros la luz de su Espíritu Santo! ¿Te enganchas a esta red?
Por cierto, ahora que nos hemos iluminado, y ya para despedirnos, vamos a cambiar un poco aires... ¿sabes que hoy finaliza la Semana de Oración por la Unidad de los cristianos? Te invitamos a participar en el acto que se celebrará esta tarde, a las 19:30h, en la vecina Parroquia de Nuestra Señora de las Angustias de Aranjuez.
"El amor de Cristo nos apremia"
Si acudes no te olvides dejarnos después un comentario y contarnos tus sensaciones. Y que la fe sea siempre nuestro nexo de unión y no nos separe nunca. ¡Volvemos el mes que viene!